El turismo, tal como lo organiza actualmente el capitalismo, es uno de los mayores destructores de la posibilidad de vida humana en la Tierra. Y sin embargo nuestro stablishment celebra cada nuevo récord turístico: en 2023 llegaron a España más de 84 millones de turistas extranjeros, récord histórico (casi un 50% que hace sólo un decenio: 57’5 millones en 2014). A escala mundial, hace una década, el número de viajes internacionales era 1.130 millones; en 2023 se sumaron 1.300 millones de llegadas internacionales. Y el secretario general de la OMT (Organización Mundial del Turismo) lo celebra con entusiasmo, añadiendo, eso sí, la jaculatoria de rigor: “Estas cifras recuerdan la tarea fundamental de fomentar la sostenibilidad y la inclusión en el desarrollo turístico”.[1] Es el mantra del capitalismo verde: fomentar la sostenibilidad y la inclusión en…, y añada usted cualquier cosa. Todo vale para rellenar un sintagma huero. ¿Por qué no “fomentar la sostenibilidad y la inclusión en el desarrollo de nuestros campos de concentración”, los cuales, allí donde aún no existen, ya se van preparando?[2]
[1] Cristina Galindo, “El turismo exhibe su fortaleza en FITUR tras batir todos los récords”, El País, 24 de enero de 2024.
[2] Alba Sidera, “Nazisme d’aquí a deu anys”, El Punt Avui, 24 de enero de 2024.