Quizá la pregunta política básica de nuestra época sea: ¿podemos hacer otra cosa que fundar monasterios? (“Fundar monasterios”, en un sentido no confesional, quiere decir construir comunidades de base potencialmente capaces de atravesar la Edad Oscura que viene, preservando valores humanistas y transmitiendo lo más valioso de la cultura.) Yo difundo desde hace tiempo la consigna –sólo a medias humorística— de fundar monasterios marxistas. Lo formulé en algún poema:
Mis amigos se ríen/ cuando les cuento lo que me va pareciendo/ nuestro último camino expedito:/ FMM(M)// Quiero decir/ fundar monasterios marxistas (mixtos, eso sí,/ y antipatriarcales: la primera autoridad/ sería siempre una abadesa)// Luego lo piensan dos veces/ y ya se ríen menos