Las perspectivas son apocalípticas, y hay que “ganar una carrera” (entre el poder creciente de la tecnología y la inepcia humana). Mas los problemas que no resuelva nuestra omnipotente tecnología ¡lo hará la voluntad política que hoy –ay- falta, pero que pronto –milagrosamente- estará disponible!
Tal es el desastroso planteamiento con que las corrientes culturales dominantes abordan nuestro presente.[1] Lo que ni siquiera parecemos ver son las dinámicas sistémicas que se vuelven incontrolables, los modos de vida aberrantes que se vuelven incuestionables, las cosmovisiones disfuncionales que se vuelven intocables…Todo lo que falsea aquel planteamiento binario (lo que no resuelva la tecnología lo hará la voluntad política) que literalmente no sirve para nada.
Por poner un ejemplo: ¿nuestra sociedad concibe de verdad un futuro inmediato sin automóvil privado y sin vuelos en avión? Y sin embargo, sin esa clase de renuncias (renuncias que tendrían también una dimensión liberadora –pero eso es otra historia) estamos condenados a una catástrofe climática que cada vez parece más cercana…
Y otro ejemplo cercano: ¿se puede tener más y mejor voluntad política que la ministra Teresa Ribera? Les aseguro que no (la conozco personalmente). Y sin embargo, su flamante Ministerio de Transición Ecológica (creado por el gobierno de Pedro Sánchez en la primavera de 2018) no conseguirá nada de lo que de verdad necesitaríamos para evitar la catástrofe en curso. Así de fuertes son las constricciones sistémicas, así de pegajosa la inconsciencia humana…
[1] Un buen ejemplo lo ofrece esta entrevista a Max Tegmark, uno de los gurús de la inteligencia artificial, profesor del MIT y director del Future of Life Institute en Cambridge (EE UU): “Hay una gran presión económica para hacer obsoletos a los humanos”, El País, 12 de agosto de 2018; https://elpais.com/elpais/2018/08/07/ciencia/1533664021_662128.html