Gas de esquisto: el final |
Hervé Kempf · · · · · |
26/05/13 |
¡Ah, los milagros prometidos por el gas de esquisto, “ese maná extraordinario bajo nuestros pies” del que alardeaba la patronal del Medef [Mouvement des Entreprises de France, la principal organización empresarial francesa], la promesa de una Norteamérica independiente para cien años! ¡Oh, castillos en el aire, antojos fantasmagóricos, sueños insensatos!
Pero el sueño hueco de una energía inagotable se evapora como el metano, los hechos comienzan a disipar los discursos engañosos de quienes no quieren cambiar nada.
El 8 de mayo se supo que dos compañías de gas, Talisman Energy y Marathon Oil, se retiraban de la exploración de gas de esquisto en Polonia. ¿Por qué? Porque no han encontrado bastante gas, que ha demostrado no ser tan fácil de extraer como en los Estados Unidos. De 43 pozos perforados hasta hoy en Polonia, sólo 12 han producido gas. Polonia, a quien se le habían prometido reservas inmensas de cinco trillones de metros cúbicos, reducidas enseguida a 800.000 millones, descubre la diferencia entre lo potencial, lo posible y lo factible.
Pocas dudas hay de que otros países van a sufrir los mismos desengaños que Polonia, aunque estén dispuestos a hacer caso omiso de lo que implica la explotación del gas de esquisto: el atentado al paisaje, el consumo y la contaminación del agua, las emisiones de gas de efecto invernadero. E incluso en los EE. UU. la realidad parece menos de color de rosa de lo que habitualmente se presenta.
El secreto lo ha desvelado, justamente, un geólogo canadiense, David Hughes, en un importante estudio publicado por el Post Carbon Institute en febrero. El investigador ha analizado los datos históricos de producción de 65.000 pozos perforados en los EE. UU. Pone en evidencia un fenómeno conocido, pero hasta ahora no estudiado sistemáticamente: la producción de gas de esquisto no puede mantenerse a niveles elevados más que a condición de horadar sin cesar nuevos pozos. En efecto, el rendimiento de un pozo aislado disminuye muy rápidamente con el tiempo.
Aunque el número de pozos horadados se mantenga en un nivel muy elevado (43.000 en los EE.UU. en 2012, según el Oil and Gas Journal), la producción global tiende a estabilizarse.
La misma constatación es aplicable al petróleo de esquisto, que se desarrolla rápidamente en Dakota del Norte. De hecho, estima Hughes, va a producirse un pico del gas y del petróleo de esquisto en los Estados Unidos, es decir, que la producción va a estancarse antes de disminuir. Fecha prevista: 2017.
Este fenómeno refleja una ley frecuentemente olvidada por el discurso dominante, la de rendimientos decrecientes. En energía, encuentra su aplicación en el concepto de “tasa de retorno energético” (TRE; en inglés, “energy returned on energy invested”). Así se traduce el hecho de que para obtener una cierta cantidad de energía hay que consumir energía. La relación entre estas dos cantidades es la tasa de retorno energético. Y la ley dominante de la época en que vivimos es que la TRE disminuye tendencialmente: hace falta gastar cada vez más energía para conseguirla.
La era de la energía barata ha quedado atrás. ¿Lo entiende la patronal?
Hervé Kempf, periodista científico del vespertino Le Monde, en el que escribe sobre cuestiones medioambientales, y fundador de Reporterre (www.reporterre.net), es autor de libros recientes de título y contenido tan expresivos como Comment les riches détruisent la planète [Cómo los ricos destruyen el planeta, Ediciones del Zorzal, Buenos Aires, 2008] y Pour sauver le planète, sortez du capitalisme [Para salvar el planeta, salid del capitalismo], de 2009.
Traducción para www.sinpermiso.info: Lucas Antón