Queridos/as amigos/as de Bajo Palabra:
Os escribo porque no podré estar en la reunión de hoy, pero aun así me gustaría dejar mi opinión con respecto a la huelga del día 14 de noviembre. (… ) Desde mi punto de vista, y con todo el respecto del mundo a las personas que llevan trabajando días y días en este proyecto (que, por otra parte, estoy convencida de que saldrá genial), el día 14 de noviembre la universidad no debería seguir su dinámica como si nada estuviese sucediendo en ella. De hecho, en este curso, en general, no deberíamos estar funcionando como siempre. Esto implicaría, por supuesto, que ese día no celebrásemos las sesiones de nuestro congreso.
La universidad atraviesa un momento verdaderamente crítico, especialmente la Facultad de Filosofía y Letras, y, especialmente, la licenciatura/grado/investigación en filosofía. Parecería, por tanto, que si seguimos con todo como si nada y no nos comprometemos con esta huelga el mensaje es bien claro: aquí no pasa nada, aquí no nos importa nada de lo que está sucediendo, incluso nos parece bien. ¿Qué deducir de una conducta que continúa con el statu quo? Simplemente, que está de acuerdo con ese statu quo.
La verdad es que me causa una profunda pena pensar que desde los departamentos de filosofía (la vida parece una paradoja) tengamos esta actitud. Nuestro congreso (que, insisto, es una gran oportunidad para enriquecer nuestra formación y conocimientos) trata sobre democracia. Y, de nuevo paradójicamente, no hay nada más anti-democrático que lo que está haciendo el gobierno de España con la universidad pública. Perdonad el dramatismo, pero creo que es realismo: seguir con el congreso ese día sería como seguir tocando música cuando se está hundiendo el Titanic.
Las tasas en los grados de humanidades han subido un 51% este año. Las tasas de los másteres de investigación han subido un 150% este año. Y esto si hablamos sólo de las primera matrículas, claro, en segundas matrículas de grados sube un 120%, los másteres un 200%; y en tercera ya, deliramos: el grado un 200%. Todo ello, por supuesto, con un recorte en becas del 100 millones de euros (10%). Las consecuencias de todo ello, para los estudiantes, ya las sabemos: sólo van a poder estudiar aquellos que puedan pagar estos disparatados precios. ¿Hay algo más antidemocrático que esto?
El máster de profesorado en la especialidad de filosofía ha desaparecido en la Universidad Autónoma de Madrid por causas internas. No se han respetado las normas que la propia UAM se da y han decidido suprimirlo unilateralemente, sin siquiera informar adecuadamente a la gente de las causas que han llevado a ello.
Las becas de doctorado (FPU) se van a reducir este año de 950 a 800. ¿ Creéis que ese recorte no va a afectar especialmente a humanidades? Ha habido un recorte de un 40% en las estancias de investigación de estos programas, además. Junto con ello, no se van a convocar becas postdoctorales, al menos en las fechas en que se esperan. Por cierto, también el desaparecido ministerio de ciencia ha perdido un 25% de su presupuesto.
Además, son conocidas las intenciones del gobierno de hacer desaparecer los grados con menos de un número suficiente de alumnos (¿qué es suficiente?), y, con ello, hacer desaparecer o fusionar departamentos. ¿Acaso creemos que filosofía va a quedar bajo el paraguas en esta tormenta?
La conclusión, creo, es clara: si seguimos con nuestra actividad como hasta ahora, pronto no tendremos nada de que preocuparnos. Sencillamente porque no tendremos nada en que ocuparnos. No habrá estudiantes de filosofía que acudan a nuestros congresos porque desaparecerá el grado. No habrá departamento de filosofía que lo apoye, porque no habrá departamento. No habrá fondos para realizar este tipo de proyectos porque los habrán recortado. No habrá forma de hablar de democracia, posiblemente, porque ya se halle enterrada y bien tapada.
Esto pasa dentro de la universidad, ¿y fuera? Fuera nos encontramos con las archiconocidas intenciones del gobierno de hacer desaparecer, o al menos reducir significativamente, las enseñanzas en filosofía, educación para la ciudadanía y ética, que, al margen de ser aquello que nos da de comer, es uno de los pilares más importantes para una sociedad democrática. Y nuestro congreso trata de eso.
¿De verdad seguimos creyendo que la actividad puede continuar dando la espalda al mundo en que vivimos? Es más, ¿nos sentimos con fuerza para darle la espalda de esta manera mientras hablamos de democracia?
Mi propuesta, por si pudiera interesar/servir: recolocar a los ponentes del miércoles 14 de noviembre en otros días, haciendo, en lugar de dos mesas paralelas, tres. Es decir, buscando otra sala en la que poder acoplarse ese día. Y los ponentes extranjeros que no puedan de ninguna de las maneras asistir, darles el certificado siempre y cuando presenten el texto para las actas. (…) Creo que ese día 14 de noviembre se debe hablar de democracia en las calles, no en un aula cerrada al margen de la sociedad. (…)