ilustraciones, en plural

Necesitamos una Ilustración no eurocéntrica, descentrada (igual que hablamos de humanismo descentrado). Tendríamos de hecho que hablar siempre de Ilustraciones, en plural. Amartya Sen ha llamado la atención más de una vez acerca de que algunos pensadores no occidentales (y anteriores a la modernidad) subrayaron también la “búsqueda de la razón” frente a la “dependencia de la tradición”. Ni una idea cualitativa de progreso (reconocimiento del otro, resolución pacífica de los conflictos, vida buena para todos y todas) ni los demás ideales ilustrados son una especie de coto vedado de Occidente.

 

“Tenemos que liberar el concepto de esclarecimiento de las barreras historiográficas que lo contraen bajo las limitaciones geopolíticas del eurocéntrico Siècle des Lumières. Es necesario redefinir el esclarecimiento más allá de las lingüísticas de la razón instrumental y más allá de sus recortes gramatológicos. Y es preciso poner al descubierto las raíces mitológicas y místicas de la Aufklärung, lo mismo en los cultos solares de los Vedas, en la concepción budista y taoísta de esclarecimiento espiritual, que en el misticismo islámico de la luz y en las filosofías islámicas de la razón.”[1]

 

Hay que decirlo con firmeza: ¡una Ilustración sólo occidental y cristiana –o poscristiana- no nos sirve! Y ahí, como señala Eduardo Subirats, un papel fundamental para nosotros –en Europa y España- lo puede desempeñar Ibn Rushd/ Averroes en la Córdoba del siglo XII, a quien con razón podemos considerar iniciador de la Ilustración de lo que luego se llamó Occidente.[2]

 

Otro pensador clave podría ser Zera Yacob (1599-1692), filósofo etíope, quien desarrolló un pensamiento ilustrado africano hacia 1630. Su obra básica, Hatata (“la investigación”), fue escrita en 1677. Un estudioso nos dice que en una cueva donde tuvo que refugiarse, en el valle del río Tekezé, “desarrolló su nueva filosofía racionalista. Creía en la supremacía de la razón y en que todos los seres humanos, hombres y mujeres, son creados iguales. Argumentó en contra de la esclavitud, criticó todas las religiones y doctrinas establecidas, y combinó estos puntos de vista con la creencia personal en un Creador teísta, razonando que el orden del mundo hacía que esa fuese la opción más racional. En resumen: muchos de los más altos ideales de la posterior Ilustración europea habían sido concebidos y sintetizados por un solo hombre, trabajando en una cueva etíope desde 1630 hasta 1632”.[3]

 

 

 

[1] Eduardo Subirats, “Para salir de una edad oscura”, El Viejo Topo, Barcelona 2016, p. 64.

[2] Pedimos al mundo árabe una nueva Ilustración, de la que pueda surgir un Islam democrático y progresista. Al mismo tiempo, en nuestras sociedades, los valores de la Ilustración son –cada vez más— apenas retórica inoperante, aplastados bajo la avalancha de la basura mediática, el consumismo nihilista y la degeneración de la democracia.

[3] Dag Herbjørnsrud, “The African Enlightenment”, Aeon, 13 de diciembre de 2017; https://aeon.co/essays/yacob-and-amo-africas-precursors-to-locke-hume-and-kant