“incluso para un pueblo de demonios…”

Al adolescente con inquietudes filosóficas le seduce la reflexión sobre la Utopía (o al menos así ha sido durante varias generaciones, quizá ahora ya no). Al cabo de los años el gran tema pasa a ser la irracionalidad humana.

 

La irracionalidad humana podía ser cosa de echarnos unas risas (comedia, tragicomedia y las múltiples formas de humor)… hasta que Homo sapiens se convirtió en una “fuerza geológica planetaria” (Vladimir Vernadsky) e ingresamos en el Antropoceno. Hoy este tremendo asunto apenas se nos presenta más que como tragedia.

 

Daniel Kahneman publicó en 2011 Thinking –Fast and Slow, una impresionante síntesis de lo que sabemos, en el segundo decenio del siglo XXI, sobre la psicología humana (especialmente psicología cognitiva). Estudiar las casi setecientas páginas de Pensar rápido, pensar despacio (edición española en 2012) resulta demoledor para las ilusiones que seguimos haciéndonos acerca de la racionalidad humana. El inequívoco mensaje que resulta de ese examen detallado de los tejemanejes que urden en nuestra mente el Sistema 1 (pensamiento rápido e intuitivo) y el Sistema 2 (pensamiento demorado y atento) sería algo así: ERES Y SERÁS MUCHO MENOS RACIONAL DE LO QUE IMAGINAS, hasta extremos estupefacientes. Si en lugar de inventarnos la psicología de Homo sapiens atendemos a su realidad, y si tenemos en cuenta un mínimo principio de precaución, deberían saltar todas las alarmas: civilización humana, ralentízate, detente, STOP. Tiempo para tratar de reflexionar. Tus poderes (magnificados por la tecnociencia) son tan enormes, y la racionalidad humana tan escasa, que sólo dedicar varios siglos a crear buenas instituciones podría quizá evitar el desenlace catastrófico al que parecemos predestinados.

 

Kant sugirió que debemos organizarnos de tal forma (con dispositivos institucionales adecuados) que la convivencia fuese posible “incluso para un pueblo de demonios”.[1] Habría que completar: incluso para un pueblo de alelados que sobreestiman constantemente sus facultades cognitivas (sus facultades mentales y espirituales en general). Pero para ello nos harían falta varios siglos, ay –un tiempo que no tenemos…

 

 

[1] “El problema del establecimiento del Estado tiene solución, incluso para un pueblo de demonios, con tal de que tengan entendimiento” (Kant en La paz perpetua).