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Energía, materiales y socialismo
Energía
«Si pones en contacto un objeto frío con otro caliente, ambos evolucionan hasta que sus temperaturas se igualan».
«La energía no se crea ni se destruye: solo se transforma».
«Es imposible que una máquina, sin ayuda mecánica externa, transfiera calor de un cuerpo a otro más caliente» (Carnot).«Es imposible construir un dispositivo que, utilizando un fluido inerte, pueda producir trabajo efectivo causado por el enfriamiento del cuerpo más frío de que se disponga» (Kelvin).«Es imposible construir una máquina que no haga otra cosa que elevar un peso y causar el correspondiente enfriamiento en una fuente térmica» (Plank).«Ningún proceso cíclico es tal que el sistema en el que ocurre y su entorno puedan volver a la vez al mismo estado del que partieron» (la flecha del tiempo).«En un sistema aislado, ningún proceso puede ocurrir si a él se asocia una disminución de la entropía total del sistema» (entropía: medida del desorden, lo que alude a la falta de organización de un sistema; se considera ordenado, por ejemplo, un sistema de caldera y refrigerante cuando la velocidad media de los movimientos moleculares del vapor de la caldera es superior a la existente en el refrigerante, lo que permite un flujo entre ellos y una transmisión de energía mecánica aprovechable).
Tercera ley:
«No existe ningún proceso capaz de reducir la temperatura de un sistema al cero absoluto en un número finito de pasos».
Sistema aislado: no intercambia materia ni energía[] con su entorno, es decir se encuentra en equilibrio termodinámico. Un ejemplo de esta clase podría ser un gas encerrado en un recipiente de paredes rígidas lo suficientemente gruesas (paredes adiabáticas) como para considerar que los intercambios de energía calorífica[] sean despreciables y que tampoco puede intercambiar energía en forma de trabajo. Sistema cerrado: puede intercambiar energía pero no materia con el exterior. Multitud de sistemas se pueden englobar en esta clase. El mismo planeta Tierra[] puede considerarse un sistema cerrado. Una lata de sardinas también podría estar incluida en esta clasificación.[] Sistema abierto: se incluyen casi todos los sistemas que pueden observarse en la vida cotidiana. Por ejemplo, un vehículo motorizado es un sistema abierto, ya que intercambia materia con el exterior cuando es cargado, o su conductor se introduce en su interior para conducirlo, o es provisto de combustible al repostarse, o se consideran los gases que emite por su tubo de escape pero, además, intercambia energía con el entorno. Solo hay que comprobar el calor que desprende el motor y sus inmediaciones o el trabajo que puede efectuar acarreando carga.
En las sociedades industriales, la influencia del medio ambiente parece estar a menudo subordinada a la influencia que ofrece la tecnología, pero la creencia de que las sociedades industriales se han liberado de la influencia del medio ambiente o de que, en la actualidad, nuestra especie lo domina o controla es errónea. Es verdad que se han construido réplicas de los suburbios residenciales norteamericanos en los desiertos de Arabia Saudí y en los nevados campos de Alaska, y que también se pueden construir en la Luna. Pero la energía y materiales necesarios proceden de interacciones entre tecnología y medio ambiente en minas, fábricas y granjas de diferentes regiones del mundo que están agotando reservas insustituibles de petróleo, agua, suelo, bosques y minerales metalíferos. Asimismo, en todos los lugares en los que la moderna tecnología extrae o transforma recursos naturales o en los que aparece alguna forma de construcción o producción industrial se plantea el problema de los residuos industriales, los agentes contaminantes y otros derivados biológicamente importantes. Varias naciones industriales realizan en la actualidad esfuerzos para reducir la contaminación del aire y el agua e impedir el agotamiento y envenenamiento del medio ambiente. Los costes de estos esfuerzos testimonian la continua importancia de la interacción entre tecnología y medio ambiente. Estos costos continuarán aumentando, puesto que nos hallamos simplemente en el inicio de la era industrial. En los siglos venideros, los habitantes de regiones específicas pagarán la industrialización a costes hoy por hoy incalculables.
La capacidad de sustentación y la ley de los rendimientos decrecientes
Factores como la abundancia de caza, calidad de los suelos, pluviosidad y extensión de bosques disponibles para la producción de energía fijan el límite superior a la cantidad de energía que se puede extraer de un determinado medio ambiente con una tecnología concreta de producción energética. El límite superior de la producción de energía fija, a su vez, otro límite máximo al número de seres humanos que pueden vivir en este medio ambiente. Este límite superior de la población se denomina capacidad de sustentación, de mantenimiento o soporte del medio.
La capacidad de sustentación es difícil de medir […]. Muchos rasgos enigmáticos de los ecosistemas humanos tienen su origen en adaptaciones a crisis ecológicas periódicas pero poco frecuentes, como sequías, inundaciones, heladas, huracanes y enfermedades epidémicas cíclicas de animales y plantas que requieren largos periodos de observación. Además, uno de los principios básicos del análisis ecológico afirma que las comunidades de organismos no se adaptan a las condiciones medias de sus hábitats, sino a las condiciones mínimas para el mantenimiento de la vida. Una formulación de este principio se conoce como ley del Mínimo de Liebig. Esta ley afirma que el crecimiento está limitado no tanto por la abundancia de todos los factores necesarios como por la disponibilidad mínima de cualquiera de ellos. Es probable que el observador a corto plazo de los ecosistemas humanos vea la condición media pero no los extremos, y pase por alto el factor limitador.
Con todo, ahora existe gran cantidad de evidencias de que la producción entre los pueblos preindustriales es a menudo sólo un tercio de la que podría darse si se aprovechara al máximo la capacidad de sustentación del medio ambiente mediante la tecnología existente […]. Para comprender por qué se da esa «subproducción», debemos distinguir entre los efectos de sobrepasar la capacidad de sustentación y los de rebasar el punto de los rendimientos decrecientes. Cuando se sobrepasa la capacidad de sustentación, la producción empezará a disminuir como consecuencia del daño irreversible al ambiente. El agotamiento de los suelos constituye un ejemplo de las consecuencias que tiene sobrepasar la capacidad de sustentación. Sin embargo, cuando se rebasa el punto de los rendimientos decrecientes, la producción puede mantenerse estable o incluso continuar creciendo, aun cuando se produzca menos por unidad de esfuerzo debido a la creciente escasez o empobrecimiento de uno o más factores ambientales. Un ejemplo de lo que ocurre al rebasar el punto de los rendimientos decrecientes es la actual situación de las pesquerías oceánicas en el mundo. La tasa de rendimiento por unidad de esfuerzo ha disminuido en casi la mitad, aunque la captura total de pescado ha permanecido constante […]. Una situación similar existe con respecto a la agricultura mundial y a la producción de gas y petróleo […].
Salvo cuando están sometidas a cierto tipo de presiones políticas, las personas intentarán evitar que la razón entre output e input caiga por debajo del punto de los rendimientos decrecientes, limitando la expansión de sus esfuerzos productivos; nadie desea, voluntariamente, trabajar más a cambio de menos. Así, la gente puede sentir la necesidad de cambiar sus rutinas e instituir innovaciones culturales mucho antes de que se alcance la capacidad de sustentación (o mantenimiento).
Expansión, intensificación y cambio tecnológico
Si se mantiene constante la tecnología, se puede incrementar la producción poniendo más gente a trabajar o haciéndoles trabajar durante más tiempo y más deprisa. Si este incremento en el input se realiza sin aumentar el área en que tiene lugar la producción de alimentos, se produce intensificación. Sin embargo, si hay un incremento proporcional en el área en la que la producción de alimentos tiene lugar, de tal forma que el input por hectárea o kilómetro cuadrado no se altera, entonces el sistema se expande o crece pero no se intensifica.
Como todos los modos de producción (en realidad, todos los modos de cualquier tipo de actividad) dependen de recursos finitos, la expansión no puede continuar indefinidamente. Más pronto o más tarde, la continuación del crecimiento de la producción tendrá que depender de la intensificación. Y la intensificación debe llevar, con más o menos rapidez, al punto de los rendimientos decrecientes, provocado por el agotamiento de recursos no renovables y una caída en la eficiencia. Si persiste la intensificación, antes o después, la producción se vendrá abajo y se reducirá a cero.
No obstante, la condición fundamental en esta situación es que la tecnología se mantenga constante. Entre los ecosistemas humanos, el cambio tecnológico constituye una frecuente respuesta a los rendimientos decrecientes. Así […], cuando los cazadores y recolectores agotan su entorno y rebasan el punto de los rendimientos decrecientes, es probable que empiecen a adoptar un modo de producción agrícola; cuando los pueblos que practican la tala y quema rebasan el punto de los rendimientos decrecientes, pueden cambiar al cultivo de campos permanentes usando fertilizantes animales; y cuando los grupos que practican una agricultura dependiente de las precipitaciones en campos permanentes agotan sus suelos, pueden cambiar a una agricultura de regadío. También cabe considerar la transformación de las formas de agricultura preindustrial en las de tipo industrial y la petroquímica como una respuesta al agotamiento y al rendimiento decreciente por unidad de esfuerzo […].
Un aspecto engañoso de los sistemas de energía de alimento industrial es la diferencia entre las mayores producciones por hectárea y la proporción de energía input y output. Como resultado del incremento de modos de producción intensivos que implican cosechas mejoradas genéticamente, y las dosis más altas de fertilizantes químicos y pesticidas, se ha mejorado constantemente le rendimiento por acre […]. Pero esta mejora sólo ha sido posible como resultado de un incremento constante en la cantidad de energía combustible invertida por cada caloría de energía alimentaria producida. En Estados Unidos se invierten 15 toneladas de maquinaria, 83 litros de gasolina, 91 kg de fertilizantes y 900 gramos de insecticidas químicos y pesticidas por acre y año. Esto representa un costo de 2.890.000 calorías de energía alimentaria por acre y año […], un coste que se ha incrementado continuamente desde el principio del siglo [se refiere al pasado siglo XX]. Antes de 1910 se obtenían de la agricultura más calorías de las que se invertían en ella. En 1970, se necesitaban 8 calorías en forma de combustibles fósiles para producir una caloría de alimentos. Hoy en día, se usan grandes cantidades de energía simplemente para procesar y empaquetar los alimentos […]. Si el pueblo de la India tuviera que emular el sistema estadounidense de producción de alimentos, todo su presupuesto energético tendría que emplearse, única y exclusivamente, en la agricultura […]. En palabras de Howard Odum:
Toda una generación de ciudadanos pensaba que la capacidad de sustentación de la tierra era proporcional a la cantidad de tierra que está bajo cultivo y que habían conseguido más altas eficiencias en el uso de la energía del sol. Esto es un triste engaño; el hombre industrial ya no come patatas hechas de energía solar; ahora come patatas hechas de petróleo […].
El estudio comparativo de los modos de producción implica la consideración de los aspectos cuantitativos y cualitativos de la producción energética y de las relaciones ecológicas. La mayor parte de la energía que fluye de los sistemas energéticos preindustriales consiste en energía alimentaria. No se puede alterar por capricho la tecnología de la producción energética. Ha evolucionado a través de estadios sucesivos de competencia técnica en los que el dominio de un conjunto de útiles y máquinas se basa en el dominio de un conjunto anterior. Gracias al avance tecnológico ha crecido constantemente la energía disponible per cápita. Sin embargo, la tecnología nunca existe en abstracto, sino sólo en los casos concretos donde interactúa con un entorno particular. No es el caso de que la tecnología domine o controle el medio natural. Incluso en los ecosistemas industriales más avanzados, el agotamiento y contaminación de los hábitats agrega costos inevitables a la producción y consumo de energía. La tecnología, interactuando con el medio ambiente, determina la capacidad de sustentación, que es el límite superior de la producción y, en consecuencia, el límite de la densidad demográfica humana posible sin agotamiento y daño permanente.
Cuando se rebasa la capacidad de sustentación, la producción disminuirá bruscamente. Sin embargo, el hecho de que un sistema de energía alimentaria funcione dos tercios por debajo de la capacidad de sustentación no significa que las restricciones ecológicas hayan dejado de funcionar. Los sistemas de energía tienden a detener el crecimiento antes de alcanzar el punto de los rendimientos decrecientes, definido como el punto en que el coeficiente entre output e input empieza a disminuir, manteniendo la tecnología constante. También hay que hacer una distinción entre los efectos del crecimiento y los de la intensificación. El crecimiento puede continuar durante un largo tiempo sin que lleve a una disminución en la razón entre output e input. Por el contrario la intensificación, definida como incremento de input en un área fijada puede llevar a agotamientos críticos, rendimientos decrecientes y daño irreversible a la capacidad de sustentación de los hábitats. Todos los factores de la producción han de ser abordados desde la perspectiva de la ley de Liebig, que establece que los extremos, no los términos medios, fijan los límites de la capacidad de sustentación.
Una respuesta cultural común a la disminución de eficiencia provocada por la intensificación es alterar la tecnología y, por ello, adoptar nuevos modos de producción. La caza y la recolección de alimentos fueron el modo universal de producción de alimentos hasta el final del Paleolítico.
- No hay capitalismo sin aumento del capital. ¿Qué propietario de bienes inmuebles se conformará con no cobrar renta? ¿Qué industrial con no ganar algo a fin de temporada? ¿Qué financiero prestará sin interés? Pues para todo esto el capital de valor 100 necesita valer más de 100 al terminar el año. Esto supone crecimiento, que al final se traduce en más bienes materiales. Es falso que el crecimiento capitalista pueda ser inmaterial.
- Un factor de crecimiento mayor que la unidad, por mínimo que sea, duplica el capital en cierto número de años. Un modestísimo 1%, en 70 años, un módico 2%, en 36, un “razonable” 3% (mínimo, según los economistas, que garantiza mantener el empleo actual), lo hace en 24, un 8%, disparatado, pero real en muchos casos, en menos de 10. Eso supone que en 140, 72, 48 o 20 años, respectivamente, se multiplicaría por cuatro. Y en 280, 144, 96, o 40, lo haría por ocho. Es a todas luces imposible. ¡Sólo para mantener el actual nivel de paro, multiplicarse ocho veces en menos de un siglo!
- La expansión se hace imposible por los propios límites planetarios, y por una huella ecológica ya insostenible.
- Queda la intensificación. La vía tecnológica tiene sus propios límites termodinámicos ya comentados. La vía del aumento de la explotación del trabajo los tiene en las propias limitaciones humanas, incluido el imposible aumento de la jornada más allá de un punto. Y al final, jornadas más largas se traducen en rendimiento menor, y trabajo más intenso, en mayores errores, accidentes y pérdida de productividad.
- El último cartucho es la financiarización de la economía, con capitales ficticios y ganancias ficticias, que sólo implican redistribución, y no precisamente tendente a la nivelación. En cada vez menos manos, más capital.
- En esta etapa, las crisis equivalen a la destrucción de capitales para comenzar de nuevo el proceso de acumulación. Autofagia, de la que son víctimas los mismos capitalistas que van quedando en la cuneta. El nuevo comienzo cada vez se hará en condiciones más difíciles y con un mundo más pequeño.
- Seguramente esto tienen en mente los grandes maquinadores. Su salida, un mundo menor, con menos población y menos riqueza, pero con los mismos ricos, por lo menos igual de ricos, si no más.
- Seguramente ya calculan cuánta población van a necesitar, y con una distribución de papeles más parecida a la de los antiguos imperios, o a la del feudalismo, que a la del capitalismo moderno que hemos conocido. Para mantener su equilibrio, tantos “guerreros” que mantengan su orden, tantos “sacerdotes” que sostengan su ideología, tantos “siervos” que produzcan su excedente…
- Y, desde luego, un “ejercito industrial de reserva” que amanse a los trabajadores y mantenga entre ellos una pugna interna por los escasos puestos de trabajo. Eso sí, un ejército menos numeroso que el actual, para evitar que su sociedad ideal sea puesta en peligro por grandes “turbas” desesperadas. Es fácil ver cuál es el destino previsto para los sobrantes. Como mínimo, que se destruyan entre sí.