«La puesta en marcha del euro a pesar de que se sabía que la unión monetaria estaba mal diseñada, que no contaba con suficientes mecanismos e instituciones de compensación y reequilibrio y que las perturbaciones y los shocks asimétricos iban a ser constantes, inició una especie de guerra económica que esta vez ha ganado Alemania pero, al final, a costa de sufrir también las consecuencias negativas de todo tipo que siempre están asociados a los conflictos que provocan las estrategias de ocupación.
Desde que se creó, Alemania ha impuesto su norma como potencia de economía abierta al resto de los países y especialmente a los del sur europeo. A cambio de ayudas generosas que se venden a su población como si no tuviese contrapartidas, Alemania ha venido colonizando las economías periféricas, bien por la vía directa de la adquisición de activos, convirtiéndolas en importadoras masivas de sus productos, o mediante la financiación del endeudamiento continuado que los déficits en los que necesariamente incurrían lógicamente provocaban…»