Somos animales supersociales a quienes no cuesta demasiado convertirse en masa gregaria; nos fascinan los gadgets; y nos ilusionan las promesas de milagros y superpoderes para dejar atrás la desdichada condición humana… En tales condiciones, ¿cómo sorprenderse de que la tecnociencia –o la Technique de Jacques Ellul— avance con la dinámica impersonal de una avalancha capaz de arrasar todo a su paso?