la «visión de la placa de petri»

Michael Lewis, en su ensayo Boomerang, cita al neurocientífico británico –residente en EEUU– Peter Whybrow. Gracias a la superabundancia, dice, en EEUU –pero no sólo ahí, claro está– “los seres humanos se pasean por ahí con unos cerebros tremendamente limitados. Tenemos el núcleo de un lagarto. (…) A lo largo de cientos de miles de años el cerebro humano ha evolucionado en un entorno caracterizado por la escasez. No fue diseñado, por lo menos originalmente, para un entorno de extrema abundancia. (…) Hemos perdido la capacidad de autorregulación en todos los niveles de la sociedad.”[1]

Pero ¿de verdad vamos a aceptar que Homo sapiens no pueda ir más allá de las pautas de conducta impresas en su arcaico cerebro reptiliano? Veo comida, ataco y trago; veo un smartphone, agredo y compro. ¿No vamos a poder hacer funcionar a ratos el neocórtex, la parte más racional de nuestro cerebro? Buda y Zenón de Citio, Aristóteles y Confucio se reirían de nosotros. ¿De tan poca enkráteia son capaces estos degenerados anthropos de comienzos del siglo XXI?

¿Nos comportaremos con respecto a los hidrocarburos fósiles –y otros recursos minerales y bióticos— como la colonia de bacterias sobre la placa de Petri? ¿Agotar todos los recursos mientras uno puede seguir creciendo exponencialmente, y luego perecer –ésa será la trayectoria de la “civilización”? ¿Nuestra inteligencia colectiva no superará a la de la colonia bacteriana?

Esta “visión de la placa de Petri” está bien expuesta por Gail Tverberg, una experta estadounidense en peak oil: “Los seres humanos no están haciendo nada ‘malo’ [al sobreexplotar los recursos, en especial la energía exosomática]. Los seres humanos están reaccionando guiados por el mismo instinto que todas las especies tienen, a saber: hacer uso de la energía disponible para permitir que un mayor número de miembros de la especie viva hasta la madurez. El crecimiento demográfico se detiene cuando una especie topa contra un límite de alguna clase –falta de alimento porque la especie consume demasiado de su posible suministro de alimento; demasiada contaminación; epidemias (relacionadas con el hacinamiento y la mala alimentación); o límites asociados con la recolección de energía exosomática. Los individuos pueden cambiar sus acciones personales, pero sus instintos innatos (built-in instincts) tienden a orientar la dirección de las civilizaciones en su conjunto. Así, la población tiende a crecer hasta que se alcancen cuellos de botella.”[2]

Bueno, ya ven ustedes: hablamos de instintos innatos, pero no de acumulación de capital… ¡Como si los mercados de futuros de cereales negociados en la Bolsa de Chicago fuesen igual de naturales que el amamantamiento o la construcción de nidos! Realmente, uno echa en falta algo más de análisis inteligente (sociológico y no sólo biológico) en personas tan inteligentes como la señora Tverberg…

 



[1] Whybrow es un experto mundial en depresión y enfermedad maníaco-depresiva, metido a patólogo social en algún libro de ensayo como American Mania: When More Is Not Enough (WW Norton, 2006). Puede seguirse a este neuroinvestigador en www.peterwhybrow.com

[2] Gail Tverberg, “Converging energy crisis –and how our current situation differs from the past”, en su blog Our Finite World, 29 de mayo de 2014. Puede consultarse en http://ourfiniteworld.com/2014/05/29/converging-energy-crises-and-how-our-current-situation-differs-from-the-past . Y también, en otro texto: “Si nuestra civilización colapsa con regresión a un nivel inferior [p. ej. una sociedad agraria de técnicas simples], pero no hasta el comienzo de la partida [vale decir, los cazadores-recolectores de hace cien mil de años, o más bien los homínidos de hace más de un millón de años, aún desconocedores del control del fuego], parece probable que los seres humanos volverán a repetir las pautas históricas que ya han experimentado, una y otra vez. Volverá a crecer la población y el uso de recursos naturales, si tales recursos están disponibles. Esa pauta parece ser un instinto común para todas las especies, por lo que resulta prácticamente imposible eliminarlo.” (Gail Tverberg, “Is a steady-state economy posible?”, en Economy Watch. 22 de mayo de 2013. Puede consultarse en http://www.economywatch.com/economy-business-and-finance-news/is-a-steady-state-economy-possible-gail-tverberg.22-05.html