“Todos los hombres llegan siempre al límite de su poder”, decía el historiador griego Tucídidies (lo cita Jean-Marie Colombani en una reflexión sobre la CIA estadounidense, proponiendo ampliar la aseveración del fundador de la historiografía hacia la sentencia: todas las instituciones llegan siempre hasta el límite de su poder). Pero centrémonos en la formulación original. Si fuese literalmente cierta, no tendría sentido recomendar una ética de la autocontención, en el sentido de autolimitarnos para dejar existir al otro… Creo que hay que leerla más bien como una advertencia: está en nosotros esa propensión a la ilimitación, a la hybris destructiva y autodestructiva, pero hemos de ser capaces de contrarrestarla –con buenas instituciones y con nuestra labor de autoconstrucción individual y colectiva… Con una buena paideía, nos diría Aristóteles.