lo llaman democracia, y no lo es

Si preguntamos quién manda aquí, o en términos más técnicos: quién es el Soberano en este ordenamiento político, desde luego nadie en sus cabales responderá que el pueblo. Bastaría con un minuto de reflexión acerca de cómo en 2011 se reformó el artículo 135 de nuestra Sacrosanta e Intocable Constitución de 1978 para dar con la respuesta correcta: el Soberano es la banca. Poderes Bancario, Ejecutivo, Legislativo, y Judicial, por este orden.

Además, a esta no-democracia la llaman liberal y representativa, para echar sal en la herida… ¿Liberal, este Régimen neofeudal, neofranquista y cada vez más autoritario (véase la infame “ley Fernández”)? ¡John Stuart Mill o Isaiah Berlin se estarán revolviendo en sus tumbas! ¿Representativo, este sistema político donde los supuestamente representados no tienen ningún mecanismo de control sobre los sedicentes representantes? En fin, demos la palabra a quien se supone es el fundador teórico de la moderna democracia representativa, el señor John Locke, que nos pregunta:

“¿Quién podrá juzgar si su delegado o diputado está actuando de acuerdo con lo que se le ha encomendado, sino aquel que le ha encomendado la misión y conserva todavía el poder de destituirlo cuando el depositario del encargo no lo cumpla?” (Segundo tratado sobre el gobierno civil, parágrafo 240).

¿Representación sin poder destituir a quienes incumplen su tarea de representar –es decir, sin algo muy parecido a lo que se llama mandato imperativo? ¡Es una farsa!