Los banqueros y traders se confiesan: Rainer Voss, en el documental Master of Universe; Sam Pok, en un artículo del New York Times… Las revelaciones resultan estomagantes, mas conviene ir más allá de la sensación de asco moral que produce lo que desvelan estos “arrepentidos” del 1%. Estamos aquí para ganar dinero y para destruir el mundo, podría decir cualquiera de estos criminales. Pero luego resulta que en realidad ganar dinero y destruir el mundo no importa tanto. No es tanto hybris prometeica como “la competición, la sensación de pertenecer a una secta, a un movimiento especial”;[1] es “el deseo de sentirse poderoso (…); ni siquiera se quiere algo porque uno realmente lo quiera, sino porque todos lo quieren y sin embargo sólo uno mismo –por su dinero, por su poder— lo puede adquirir”.[2] En suma: patologías de la socialidad humana… Regresamos, al cabo, al corazón del hombre para escrutar allí las motivaciones sociales pervertidas.
[1] Gregorio Belinchón, “Confesiones de un banquero arrepentido”, El País, 18 de mayo de 2014.
[2] Marta Jiménez Serrano, “La mejor explicación de por qué las cosas han ido mal económicamente”, El Confidencial, 24 de febrero de 2014.
