Nos enseña Ramón Andrés que los antiguos griegos llamaban a los héroes andres epiphaneis, “los especialmente visibles”, y comenta: “Después de la hazaña, se alejaban para cumplir otra. Callar, callar, y ocultarse en la melancolía.”[1]
Callar y retraerse, cultivar el desapego, pero no necesariamente en el modo de la melancolía. Podemos hacernos invisibles también en el amor por todas las criaturas y la alegría de estar vivos.
[1] Ramón Andrés, Los extremos, Lumen, Barcelona 2011, p. 58.