Jesús Figueredo, un activista cubano del Centro Memorial Martin Luther King, le decía a Emilio Santiago Muiño cuando éste andaba haciendo trabajo de campo para escribir su tesis doctoral: “En Cuba necesitamos crítica, pero no se puede apagar la vela de la esperanza, te tienes que mantener en ese equilibrio”. La misma recomendación valdría mucho más en general –yo diría que para cualquier persona implicada en la praxis ecosocial. Necesitamos crítica, vale decir: ojos y mente abiertos frente a las realidades desagradables –o directamente insoportables–, negativa al autoengaño y al pensamiento desiderativo, fidelidad a la verdad, lucidez buscada; pero, al mismo tiempo, necesitamos mantener viva la llamita de la esperanza –incluso cuando no puede ser más que esperanza contrafáctica.