Necesitamos la política, no podemos prescindir de ella; pero al mismo tiempo, para llevar a cabo una verdadera política emancipatoria y democrática, previamente –o más bien al mismo tiempo, in medias res— tendríamos que llevar a cabo una revolución antropológica, una conversión político-moral que pudiera remediar, siquiera parcialmente, las carencias y vicios del simio averiado que somos… Ay, Marx tendría que leer a Leopardi, como sugería Paco Fernández Buey, y Leopardi a Marx.
