más huérfanos que ayer

Brutal mazazo, nada más comenzar la mañana. A eso de las ocho, en el quiosco, pido Público –como todos los días; también leo El País–, pero el quiosquero me dice que ha dejado de editarse. Ayer fue el último día en que pudimos leer en papel la columna de Isaac Rosa o la de Ignacio Escolar, o un artículo de opinión como «Demasiados retrocesos» del gran Josep Fontana.

Si en un país como el nuestro no hay lugar para un diario como Público ¿qué espacio hay, en general, para la izquierda? Durante mucho tiempo siguió repitiéndose la simpleza de que España «sociológicamente es de izquierdas», incluso si gobierna el PP. De hecho, el país no ha dejado de desplazarse constantemente a la derecha –en consonancia con el auge mundial del neoliberalismo/ neoconservadurismo–, desde los años ochenta. En esa deriva, partidos como el PSOE no han actuado como frenos –al contrario, en ocasiones decisivas la han acelerado– y tampoco los grandes sindicatos como UGT y CCOO han estado en el lugar que hubiera correspondido a organizaciones que se autodenominan «de clase». Hoy la mayoría social, en España, está entre la derecha y la extrema derecha. (Probablemente lo que induce a algunos/as a confusión sobre esta ubicación política son los nuevos aires libertinos de esa neoderecha posmoderna que disputa una parte de la «mayoría natural» a la rancia carcumbre tradicional. Digamos que Sanchez-Dragó, follándose a niñas japonesas ante la complaciente mirada de Esperanza Aguirre, no parece lo mismo que la Conferencia Episcopal. Y sin embargo forman parte de un mismo y altamente cohesionado bloque sociopolítico…)

En España, el índice de lectura de diarios (apenas 82 ejemplares vendidos por cada mil habitantes) es apenas la mitad del promedio europeo (164). Hay que decir que la UNESCO sitúa el umbral de un «país desarrollado» en cien ejemplares.

El 25 de febrero estamos mucho más huérfanos que el 24.