momento de parar

«momento de parar»

César Manrique

Basta con detenerse.

Basta con concentrarse intensamente en una sola sensación –el gusto de este sorbo de café, el color rojo de ese árbol en otoño–, en una sola idea –la servidumbre voluntaria, el amor al extraño–.

Basta con abrir el espacio de las preguntas, la resonancia infinita de las verdaderas preguntas –ésas que no podemos aspirar a responder examinando los hechos, ni siquiera con gran acribia–, y no dejar que se obture con el atolondramiento de las siempre disponibles respuestas prefabricadas.

Basta con ir pelando capa tras capa de esa cebolla que Kenneth Rexroth llamaba “la mentira social” –para encontrarnos, al final, con el rostro deseado y amenazante y terrible y vulnerable y expuesto y revelado del Otro.

Basta con dejarse ir a ese recogimiento abierto cercano quizá a lo que Juan Ramón Jiménez llamaba el cansancio del propio nombre.

Basta con apagar la pantalla.

Basta con esquivar, muy al final de todo, la tentación de dejar de ser humano.