Somos lo mejor que la evolución ha podido producir en términos de libertad o de cooperación –y aun así somos la mierda que somos los seres humanos…
(Si la palabra “mierda” le parece escorada hacia la misantropía, sustitúyala mentalmente el lector o lectora por enunciados como: somos simios averiados, somos vasijas resquebrajadas…)
No, nada de idealizar la naturaleza: así lo hacen nuestras compañeras Vandana Shiva y Maria Mies cuando afirman que “la vida en la naturaleza (que incluye a los seres humanos) se mantiene por medio de la cooperación, el cuidado mutuo y el amor”.[1] Hay mucha simbiosis en la naturaleza, cierto –cómo nos abrió los ojos la gran Lynn Margulis- ¡pero también mucha depredación! No puede una ignorar lo segundo y quedarse sólo con lo primero, para construirse una cabaña mental más confortable…
Una anécdota para que se vea el problema: en junio de 2017, en Barcelona, un conocido depositó un pollo de gaviota caído en un terrat (azotea) donde estaban otras gaviotas (y su propio nido). Pensaba que podría quizá así salvarse, pero lo que ocurrió fue que las gaviotas se comieron al pollo de gaviota. No confundamos el ser con el deber ser…
En la naturaleza hay mucha simbiosis, pero también hay mucha depredación. No sirve olvidarse de lo segundo para idealizar la naturaleza; pero tampoco resulta admisible olvidarse de lo primero para fomentar el darwinismo social.
La clave: Homo sapiens es hoy el único ser en la biosfera que puede conscientemente elegir minimizar su depredación. Desde esa especial responsabilidad, podemos asumir nuestra condición…
[1] Maria Mies y Vandana Shiva, Ecofeminismo (teoría crítica y perspectivas), Icaria, Barcelona 2015, p. 49.