No sé las veces que lo habré repetido, desde que tengo uso de razón: el acontecimiento más determinante de los siglos XX y XXI es el choque de las sociedades industriales contra los límites biofísicos del planeta.
Pero frente a esa enormidad, la cultura dominante es negacionista –y el 99% de nuestros conciudadanos y conciudadanas se sitúan ahí.
En marzo de 2018, el profesor Remo Bodei –un pensador admirable del que uno ha aprendido mucho en filosofía, y mucho más podría aprender- impartió un seminario de dos días sobre Inteligencia Artificial (IA) en Cantoblanco. Prepara un libro titulado Dominación y sumisión: del esclavo al robot y nos anticipó una parte de sus argumentos.
Me impresionó cómo Bodei ha asimilado la doxa dominante en nuestra sociedad sobre estas cuestiones: el futuro no es sino un despliegue imparable de robotización y automatización. Salvo por su admirable erudición filosófica y su preocupación social, el discurso de Bodei hubiera podido pronunciarlo Jeff Bezos, Ray Kurzweil o algún otro de los capitostes de Silicon Valley.
Cuando yo le pregunté sobre overshoot y límites al crecimiento, su respuesta me impresionó aún más: no hay que preocuparse, ¡haremos minería en la luna! Un hombre como Bodei creyendo esas niñerías, que sólo se pueden mantenerse mientras uno ignora casi todo de la situación en que nos encontramos respecto al uso de energía y materiales… ¿En Italia la gente culta no lee, al menos, al profesor Ugo Bardi, que trabaja desde Florencia y en 2017 ha publicado en varias lenguas su estudio sobre El efecto Séneca?[1]
Así que ahí seguimos: la respuesta de la cultura dominante a las malas noticias sobre Limits to Growth sigue siendo la conquista del cosmos. Compramos todos los ideologemas de esa cultura tanática, y seguimos pensando, básicamente, en un mundo de abundancia ilimitada… Eso es negacionismo. Inquieta mucho que el mejor pensamiento euro-occidental acabe aquí. Mientras uno no piense en petróleo y cobalto, la fantasía es libre…
Finalmente, habrá que recurrir a la sabiduría de los inuit, los san o los campesinos del primer Neolítico. Pero la Tierra estará devastada…
A mí lo que me aterra no es un Terminator cabalgando sobre monstruos de IA –es la Sexta Gran Extinción. En lugar de obsesionarnos con la IA ¿no deberíamos prestar mucha más atención a la inteligencia de las plantas? Y a partir de ahí elaborar otro paradigma…
Stefano Mancuso publica en castellano El futuro es vegetal
“Las plantas son capaces de dirigir el clima. La circulación atmosférica de las lluvias está controlada por los bosques ecuatoriales (…). Podemos estabilizar el clima. Podemos reducir las emisiones de dióxido de carbono, y reforestar. Los bosques nos ofrecen la única manera de reducir las emisiones…”[2]
Aunque todo en esta sociedad nos incita a someternos a las máquinas, deberíamos más bien renovar nuestra alianza con las plantas…
[1] http://www.springer.com/gp/book/9783319572062
[2] Stefano Mancuso, “La vida secreta de las plantas”, entrevista en El País Semanal, 14 de enero de 2018.