no deberíamos inventarnos la realidad -tampoco las realidades míticas…

Ayer tarde tuvo lugar la presentación de mi libro ¿Derrotó el smartphone al movimiento ecologista? en el local de ECOOO en Madrid. Fue una alegría encontrar, entre otros amigos y amigas, a Sara Plaza y Edgardo Civallero. Edgardo -que habla quechua y es experto en mitos andinos- me hizo llegar después, a través de Sara y vía electromisiva, unas observaciones sobre las dos páginas finales del libro (244-245) que copio aquí, para que posibles lectores/as del mismo puedan enriquecer su reflexión. ¡Gracias! (A ellos los pueden encontrar aquí: http://civalleroyplaza.blogspot.com.es/ )

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…lo que en esa sección recoges no son mitos tradicionales indígenas. En América Latina hay mitos tradicionales indígenas, versiones cristianizadas de esos mismos mitos, versiones literarias escritas por los autores nacionalistas a principios del siglo pasado y, en el caso de los Andes, versiones indigenistas-kataristas, que son las que tú estás empleando. Los mitos indígenas originales se conocen y se difunden muy poco: los de las tierras bajas son explícitamente sexuales y los de las tierras altas, bastante cruentos. Las versiones cristianas se conocen un poco más; la única diferencia con las anteriores es que donde había deidades indígenas ahora están Cristo y la Virgen, y, eso sí, están bastante atemperadas. Las más conocidas son las versiones escritas por los literatos, las cuales están totalmente sesgadas por una visión, unos valores y una forma de relatar europeas. Los mitos kataristas, por su parte, mantienen buena parte de los sesgos anteriores (incluyendo los europeos) e intentan meterle a los relatos «tradicionales» unas moralejas que los originales jamás pretendieron tener, violando en el proceso muchas de sus estructuras narrativas/ideológicas esenciales. 

Poniendo como ejemplo la historia que tú citas, en los Andes Wiraqucha jamás tendría tres hijos; tendría dos o tendría cuatro, debido a la estructura dual de la sociedad andina (en el mito original tuvo dos). Además no llevarían asociados los valores que aparecen en ella, que parecen más propios de un cuento de los hermanos Grimm. Sobre el relato de los hijos de Wiraqucha hay muchas variantes, pero no recibieron dones, sino dos varas que tenían que ir clavando en la tierra: allí donde se hundieran, la tierra era buena y podían sembrar y enseñar a los primeros seres humanos lo que era la agricultura…

El principal corpus de mitos indígenas originales ha sido recogido por antropólogos y lingüistas, son preciosos, y hoy en día se encuentran disponibles para su lectura en varios sitios de Internet. Pero ocurre que no tienen la «calidad» literaria que se espera de un cuento o una leyenda en nuestra sociedad occidental, y no han encontrado una gran difusión, pero seguramente sean de tu interés porque muchos de estos corpus son intrínsecamente ecologistas. Nosotros tenemos algunos descargados y algunos en papel, desde las historias de creación del propio Wiraqucha a los cuentos de animales del Gran Chaco, el origen del universo Guaraní o las aventuras de los héroes de la Patagonia.  

Por otro lado, aunque quizás ya lo sepas, también queríamos comentarte que el movimiento katarista es un movimiento relativamente reciente; se hacen eco de un malestar que tiene toda su razón de ser, pero lo hacen inventando una realidad que no existe. Conceptos como Sumaq Kawsay no existían, hasta hace una década, en ninguna comunidad indígena, sino que eran manejados en ámbitos urbanos y universitarios. El katarismo en Bolivia ha generado productos/ despropósitos como el amigo Inka Waskar Chukiwanka y asociados…


[Añado información de un posterior correo-e de Edgardo y Sara]

Ésta es la versión del mito más parecida a la que recordábamos:

Cristóbal de Molina, apodado «el Cuzqueño», en su «Relación de las fábulas y ritos de los Incas» (1575), cuenta que Wiraqucha tuvo dos hijos, Imaymana Wiraqucha y Tocapo Wiraqucha (para otros autores, estos son dos «ayudantes»). Tras crear a los hombres, les encomendó que cada uno fuera por una ruta y fuese poniendo nombres a las cosas y enseñándole a la gente lo que eran. Uno de los hijos fue por los Andes y el otro por los llanos. 

Empecemos con este enlace:
[http://americaindigena.com/sumainca.htm]
Incluye los dos primeros capítulos de la «Suma y Narración de los Incas» de Juan de Betanzos (1551) (hay una versión completa del libro digitalizada en Cervantes Virtual). La crónica de Juan de Betanzos fue recogida de boca de los últimos narradores incas, e incluye una de las muchas versiones originales y tradicionales del mito de Wiraqucha. (Nosotros publicamos un pedacito en la revista «Tierra de Vientos» [http://tierradevientos.blogspot.com.es/2010/07/los-inicios.html], con la foto de la puerta del Sol en la que se dice que aparece Wiraqucha con los dos báculos.)

En este otro enlace:
[http://www.flacsoandes.edu.ec/libros/digital/41057.pdf 
en la página 77 se encuentra una adaptación de la historia de Wiraqucha que otro cronista, Pedro Sarmiento de Gamboa, incluyó en su «Historia de los Incas».


Hay otras versiones contemporáneas a estas dos (por ejemplo la de Guaman Poma de Ayala, que intenta adaptarla al relato bíblico del Génesis), y otras un poco posteriores (por ejemplo la incluida en el Manuscrito de Huarochirí, un texto delicioso). Existen discrepancias entre ellas (en el texto de Huarochirí, por ejemplo, el rol de Wiraqucha cambia bastante).

Este último enlace: 
[http://sisbib.unmsm.edu.pe/bibvirtual/libros/linguistica/legado_quechua/mito.htm]
es un texto de Raúl Porras Barrenechea titulado «Mito y épica incaicos», en donde hace un repaso bastante genérico de algunos temas legendarios tradicionales de los Andes, incluyendo a Wiraqucha y otra serie de versiones de sus aventuras. En el se encuentra este pedazo:

«En sus orígenes fue el pueblo incaico predominantemente agrícola y dedicado a la vida rural. En su apogeo, aunque no perdiera su sentimiento bucólico, se transformó en un pueblo belicoso y dominador, guiado por una casta aristocrática y por una moral guerrera. Las leyendas primitivas de los héroes civilizadores exaltarán por esto, principalmente, los triunfos del hombre sobre la tierra yerma y los milagros de la siembra y el cultivo. Viracocha es un dios benefactor y civilizador, que encarna la fecundidad de la vida y el triunfo sobre la naturaleza. La mujer que baja del cielo y se cobija en el árbol de coca, trae también un mensaje consolador, pues desde entonces las hojas del árbol dañino mitigan el hambre y hacen olvidar las penas. Pero los mitos más genuinos son los que exaltan la siembra, la semilla y las escenas del trabajo rural. Las parejas simbólicas de los cuatro hermanos Ayar que parten de la posada de la aurora o Pacaritampu, con sus alabardas resplandecientes y sus hondas que derriban cerros, van a buscar la tierra predestinada para implantar en ella el maíz y la papa, nutricios de la grandeza del imperio. Ellos simbolizan, según Valcárcel, el hallazgo de algunas especies alimenticias: Ayar Cachi, la sal; Ayar Uchu, el ají; Ayar Amca, el maíz tostado. Cuando el dios Viracocha envía a sus hijos Manco Cápac y Mama Ocllo a fundar un imperio, la mágica barreta de oro que llevan se hunde en la tierra más fértil, para simbolizar el destino agrario de los Incas y el peor castigo que sobreviene, en las leyendas incaicas, a los que faltan las leyes divina y humana, es siempre el de verse convertidos en piedra, que es el símbolo mayor de la esterilidad.»

Inútil insistir en que la historia de Wiraqucha tiene muchísimas variantes tradicionales (notarás que estas versiones que te enviamos, de las pocas que hemos encontrado digitalizadas, difieren de la versión que nosotros mismos recordábamos haber leído y que te comentábamos en el correo anterior). Pero, sea como sea, todas se ajustan a un modelo de pensamiento indígena andino. Uno que no tiene nada que ver con el relato katarista.

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