no engañar, no engañarse

Amigos posmodernos: ¡basta de regodearse en las pasiones masoquistas! Dejad de complaceros en lo que nos destruye…

Sólo nos pertenece nuestra existencia para un breve ensayo, decía René Char. Tratemos de escribir ese ensayo con buena caligrafía. No engañar, no engañarse.

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A propósito del premio Cervantes concedido al gran Nicanor Parra, Juan Gelman recordaba aquella clasificación sugerida por Antonio Gamoneda y otros poetas: los hay que viven para escribir, y los hay que escriben para vivir. Parra pertenece al segundo grupo, Borges –por ejemplo— al primero.

Mi propia formulación: una escritura que acompañe a la vida, sin tratar de situarse por encima de la misma. Inmanencia frente a trascendencia.