Escribe Hibai Arbide Aza: «No hay nada que me tranquilice menos que la retórica belicista, las arengas patrióticas, las metáforas bélicas y la épica de batallar contra un enemigo invisible. No es una guerra, joder…» (https://twitter.com/Hibai_/status/1239912668527505408 )
Tiene toda la razón. Los virus son nuestros compañeros de planeta. Hemos llegado a ser lo que somos en un largo viaje coevolutivo compartido con ellos: literalmente, forman parte de nosotras y nosotros mismos. En efecto, cuando se logró completar el mapa del genoma humano en 2003 se descubrió un hecho sorprendente: nuestro cuerpo contiene una enorme cantidad de restos de retrovirus endógenos (nada menos que el 8% del genoma humano consiste en antiguos retrovirus)1. Y luego hemos sabido que el sistema inmune innato, nuestra primera línea de defensa contra los agentes patógenos, funciona de manera coordinada gracias a fragmentos de antiguos virus insertados en posiciones clave de nuestro genoma.2 Este descubrimiento revela la importancia de los virus y transposones (ADN saltarín) en la evolución rápida de los sistemas complejos (una línea de pensamiento que arranca de la gran genetista del siglo XX Barbara McClintock).
Los virus son fuente de variabilidad genética y motor de la evolución biológica: así que organismos como Homo sapiens también estamos aquí gracias a ellos. Ah, y si pensamos en los coronavirus en particular… Los biólogos moleculares y las bioquímicas saben que son, en potencia, un aliado importante frente a otras infecciones. Quitando a un coronavirus las proteínas más peligrosas, se elaboran vacunas, usándolo así como vehículo para inmunizar frente a otros virus….
Por supuesto, esto no significa que no debamos estar haciendo ahora el actual esfuerzo social enorme y cuasi-bélico para mantener al coronavirus SARS-cov-2 fuera de nuestros cuerpos: lo hacemos para proteger a los miembros más vulnerables de nuestra comunidad, sobre todo nuestros mayores. Pero esa intimidad y codependencia con los virus sí que debería hacernos pensar de otra forma sobre lo que significa ser vivientes en el planeta Tierra. El problema no son los virus: el problema es un sistema socioeconómico expansivo (y hasta una dinámica civilizatoria) que reduce cada vez más el espacio ecológico de los seres silvestres, favoreciendo los saltos de microbios entre especies que pueden desencadenar epidemias. El problema, también, son dietas cárnicas y hábitos culinarios que favorecen la zoonosis. Es la destrucción de la naturaleza, en muchos casos, la que causa las enfermedades infecciosas.3
Como explica el virólogo Antonio Tenorio, «la aparición de infecciones va en aumento y su contagio es cada vez más rápido. Las razones están asociadas al desarrollo de una economía de sobreexplotación de recursos. Algunos ejemplos que lo explican sería la propia deforestación y el cambio climático que hace que los animales silvestres se acerquen a las poblaciones. También la manipulación de animales silvestres para comerlos, o extraer sus cuernos, etc. El hacinamiento de animales en las granjas―gripe aviar, peste porcina…―el caso de las vacas locas por haberles dado restos de vacas muertas como alimento. También el aumento de mosquitos por la pobreza, que transmiten enfermedades como vector intermediario. Una gran pandemia del último siglo es el SIDA que hace cien años saltó desde los monos y se expandió por todo el mundo; o el Ébola, que proviene de murciélagos y no se ha extendido por gran número de países, pero en ambas los factores de riesgo son la cercanía con animales silvestres en su aparición y la globalización en su difusión». https://www.masvive.com/noticia/10920/entrevistas/antonio-tenorio-virologo:-tenemos-que-conseguir-erradicar-el-virus-frenando-el-contagio.html
El problema no es qué hacemos con los virus (aunque ahora lo sea a corto plazo), sino qué hacemos con nosotros mismos.
1 Comisión Europea/ Cordis: “Los virus y el genoma humano: nuevas ideas sobre una relación antigua”, https://cordis.europa.eu/article/id/31829-viruses-and-the-human-genome-new-perspectives-on-an-old-relation/es
2 Edward B. Chuong, Nels C. Elde y Cédric Feschotte, “Regulatory evolution of innate immunity through co-option of endogenous retroviruses”, Science, 4 de marzo de 2016; https://science.sciencemag.org/content/351/6277/1083
3 Jim Robbins, “The ecology of disease”, The New York Times, 14 de julio de 2012; https://www.nytimes.com/2012/07/15/sunday-review/the-ecology-of-disease.html