no exagerar (una nota sobre posmodernidades)

«Muchas de las ideas que están en la raíz del pensamiento posmoderno son perfectamente válidas (…): es verdad que el yo no tiene una esencia fija, que es en parte una construcción y que los relatos autobiográficos que nos contamos inventan un orden y una cohesión de los que carecen las vidas reales. Pero esto no es suficiente para deleitarse con ello en una especie de frenesí dionisíaco. [En mi propio idiolecto: ¡no es lo mismo ocho que ochenta! J.R.] Hay que examinar sobriamente lo que se deriva de ahí. Y, desde luego, lo que no se deriva es el extremo opuesto. Si se rechaza el Gran Relato singular, no hay que concluir que debiéramos abrazar una infinidad de relatos contradictorios. El filósofo Bernard Williams retrató de forma espléndida esta falacia cuando escribió: Como dijo maravillosamente Clemenceau, en Versalles, a un alemán que le había preguntado qué dirían los historiadores futuros de todo aquello: ‘No dirán que Bélgica invadió Alemania’.»

  • Julian Baggini, La trampa del ego. Qué significa ser tú, Paidos, Barcelona 2012, p. 98.