no sólo Grecia está en juego, por Mikel Larreina

No sólo Grecia está en juego, ¡son nuestros jóvenes!

 

«Europa está en un momento extremadamente  delicado, con potenciales efectos devastadores sobre el futuro del sueño europeo  y el bienestar de sus habitantes. En esta situación, el destino de nuestros  jóvenes está ligado al de los griegos.

Los jóvenes actuales serán los principales perjudicados de la  irresponsabilidad política y social pasada y actual. Si nada lo remedia —y el  remedio no vendrá por sí solo—, será una generación perdida condenada al  desempleo, la precariedad y la desesperanza. Una generación perdida más, como  tantas otras. En la Gran Guerra de 1914-1918, una banda criminal de gobernantes  irresponsables y generales incompetentes envió a la masacre a millones de  jóvenes europeos, destruyendo toda una generación. Sin remordimiento ni  responsabilidad alguna por sus fechorías.

En los últimos tiempos, algunos piden a los pueblos del sur de Europa que  apoyemos a Grecia porque si no después vendrán a por nosotros. Sin embargo, hay  mejores razones para impedir el triste destino que los mercados y la inacción  política reservan al pueblo griego.

En primer lugar, la absurda obsesión por castigar a Grecia es inmoral. Keynes  escribió en 1919: “La política de reducir Alemania a la servidumbre durante una  generación, de degradar las vidas de millones, de privar de la felicidad a una  nación entera, debería ser abominable y detestable, incluso si hacerlo nos  enriqueciera, incluso si hacerlo no sembrara las semillas de la decadencia de  Europa”. Sustituyamos Alemania por Grecia: lo que pedimos al pueblo griego es  aberrante e inaceptable. Aunque nosotros no fuéramos los siguientes de la lista;  aunque la expulsión de Grecia del euro no sentara las bases de la expulsión de  otros países del sur de Europa; aunque pudiéramos limitar los daños al ideal  europeo que provocará el haber abandonado a su suerte, tras destrozarlo, a un  pueblo hermano. Este cruel castigo no ayuda al pueblo griego y destruye la  dignidad de quienes lo imponen. Idénticos efectos a la imposición sobre nuestra  juventud del desempleo masivo y la emigración forzosa.

En segundo lugar, hay otras salidas: el presidente Hoover propuso la  austeridad cayera quien cayera (¡y vaya si cayeron!), ahondando la Gran  Depresión norteamericana en una espiral suicida. Fue el New Deal de Roosevelt,  con un enorme esfuerzo inversor gubernamental, lo que permitió la recuperación  social y económica estadounidense.

Dicen que no tenemos más dinero para aeropuertos inútiles, trenes sin  pasajeros, universidades sin alumnos o centros de congresos vacíos.  Efectivamente, no lo tenemos; es más, nunca deberíamos haberlo tenido. Entonces  y ahora, sí tenemos necesidades urgentes de invertir dinero público de forma  masiva: hay problemas cuya resolución exige una respuesta colectiva y de gran  impacto. Prevenir el cambio climático, que golpeará especialmente el sur de  Europa, exige un dinero del que nunca hemos dispuesto; siempre hubo excusas para  despilfarrarlo persiguiendo otros objetivos. Invirtamos ahora en cambiar nuestra  infraestructura por una sostenible, reduzcamos inmediatamente nuestra  dependencia del petróleo y sustituyamos las energías fósiles por energías  renovables; modifiquemos los hábitos de movilidad e impulsemos los transportes  poco contaminantes; recuperemos en lo posible nuestro medio ambiente…  Apostemos por la investigación aplicada en industrias no contaminantes, ligadas  a energías limpias. Y no descuidemos lo que nos convierte en ciudadanos libres:  educación, cuidado de los débiles y desfavorecidos, sanidad… Los empleos  generados estarán adaptados a nuestros jóvenes extraordinariamente preparados.  Ahí podrán ser realmente competitivos, no en una economía de casino.

Dicen que no podemos invertir porque nadie nos presta dinero: falso. La  riqueza del país está limitada por su función social; ¿qué mejor función social  que protegernos de las consecuencias medioambientales de nuestros errores  pasados, y crear los empleos que necesitamos? ¿Qué mejor función social que  evitar la condena de un pueblo o de una generación sin culpa? Si los grandes  propietarios de la riqueza no lo hacen por sí mismos, habrá que lograr este  objetivo vía gasto público, con más progresividad fiscal, impidiendo el dumping  fiscal o redefiniendo un impuesto del patrimonio que incluya a las personas  jurídicas. Otras acciones incuestionables elevarán los ingresos del Estado:  lucha contra el fraude y la evasión, responsabilidad patrimonial de los  malversadores…

Dicen que la crisis se debe al excesivo gasto público, pero en muchos países  (Irlanda, España…) es fruto del colapso de una burbuja especulativa privada. El  Estado ha socializado las pérdidas de agentes privados sin haber participado en  los supuestos beneficios. En el caso griego, se oculta que buena parte del  excesivo gasto público se dirigió a comprar fragatas francesas y tanques  alemanes, cuyo sistema bancario financiaba alegremente estas adquisiciones sin  plantear quejas ni salvedades.

Dicen también que debemos rescatar la banca sistémica para evitar el colapso.  Preguntemos a quién debe dinero esta banca: si debe a pequeños depositantes, el  Estado (gestor del fondo de garantía, y encargado del control del sistema  financiero) tiene una responsabilidad, y su apoyo financiero evitará un pánico  bancario. Sin embargo, si los acreedores son grandes bancos nacionales o  extranjeros, desconozco razones objetivas para que el Estado deba compensar sus  errores o su excesivo apetito por el riesgo.

En tercer lugar, al pueblo griego se le está castigando colectivamente,  contraviniendo el artículo 33 del IV Convenio de Ginebra, que prohíbe los  castigos colectivos en caso de guerra, el castigo a personas individuales por  infracciones que no hayan cometido, o la simple intimidación. Si nos encontramos  ante una guerra económica, como parece, deberían aplicarse estas disposiciones  protectoras de la población civil: lo contrario es, como se ha señalado, un  crimen económico contra la humanidad. También nuestros jóvenes sufren un castigo  colectivo por actuaciones de otros.

Hay culpables específicos de la catástrofe griega y de las otras crisis.  Pídanseles responsabilidades a estos culpables, que están en el sur de Europa,  pero también en el norte.

Finalmente, la expulsión de Grecia supondría un cambio profundo que  destruiría los fundamentos mismos de Europa. La declaración Schuman de 1950  tenía por objetivo evitar la guerra, superando viejas rivalidades: “Europa se  construirá a través de logros concretos que creen una solidaridad de facto”. Si  ante la primera ocasión en que esta solidaridad es realmente puesta a prueba,  abandonamos al pueblo griego a su suerte tras el naufragio (después de atarle  convenientemente pies y manos), habremos destruido el sueño europeo. La historia  de Europa es fecunda en crear pesadillas, mucho más que en generar sueños.  Nuestros jóvenes pagarán el precio de vivir en esa Europa fracasada que ojalá  nunca llegue.

Dicen que la solidaridad es muy cara, inasumible económicamente. Falso, de  nuevo. Tras 1945, la solidaridad estadounidense con Europa occidental,  anualmente un 2%-3% del PIB, fue simultánea a un periodo de rápido crecimiento  norteamericano.

El alma solo se vende una vez y es para siempre. El destino griego marcará  definitivamente si Europa tiene un proyecto que pueda competir con otros  modelos: la dictadura socialista de mercado; las pseudodemocracias de ciertas  economías emergentes; o las democracias vampirizadas por el sector financiero.  ¿Hay un modelo europeo atractivo para jóvenes de todo el mundo, sostenible,  responsable y solidario, a medida de las personas?

El futuro de nuestros jóvenes está en juego, y lo decidirán en pocas semanas  jugadores de ruleta sin conciencia ni responsabilidad, que no tendrán  remordimiento ni sentimiento de culpa, y a quienes nadie pedirá cuentas. El  ataque a Grecia es también un ataque contra los jóvenes: que no caiga Grecia.»

Publicado en El País, 10 de junio de 2012. Mikel Larreina es profesor de finanzas de Deusto Business School. Sobre las elecciones en Grecia puede verse también el comunicado de IA:

http://www.anticapitalistas.org/Elecciones-en-Grecia-17-J-derrotar