(Transhumanismo.) Ah, las elites culturales y sus engaños sacerdotales… ¿Son hoy tan diferentes los profetas del transhumanismo[1] –respecto a los clérigos cristianos que prometían la vida eterna?
(La fuerza de la fe.) El transhumanismo y la fe tecnolátrica en la Singularidad equivalen –con alguna sofisticación adicional— a la convicción de que vendrán los nobles extraterrestres en sus platillos volantes y nos salvarán de nuestros pecados ecológicos y sociales. Necesitaremos algo con un poco más de consistencia intelectual, ¿no creen ustedes?
(Un poquito de porfavó.) Después de haber inventado a los dioses, ¿caemos en la tentación de autodeificarnos? Como decía aquel: un poquito de porfavó…
(Tareas históricas.) Evitar la catástrofe no es (sólo) la tarea del siglo XXI, el Siglo de la Gran Prueba: es la tarea de toda la historia humana, desde que el primer autralopiteco comenzó a desarrollar la desgraciada clase de conciencia que es la nuestra.
[1] “En la perspectiva visionaria de Ray Kurzweil, la computación y la tecnología médica convergerán en la capacidad de reparar y reemplazar nuestros cuerpos desde dentro. Afirma que uno de los tropos centrales de la ciencia ficción, el hombre contra la máquina, es falso. En realidad nos fusionaremos con la tecnología y nos convertiremos en máquinas. Llevaremos en la sangre muchos millones de robots de tamaño celular o nanobots que recorrerán nuestro cuerpo patrullando en busca de patógenos y reparando nuestros huesos, músculos, arterias y neuronas. Kurzweil dice que ‘la muerte es una tragedia’. Estos infatigables equipos de reparación aniquilarán enfermedades, reconstruirán órganos ya acabarán con los límites naturales de nuestra inteligencia. Las mejoras genéticas podermos descargarlas de Internet.” Chris Impey, Cómo acabará todo, Libros del Viejo Topo, Barcelona 2014, p. 106.