pienso luego desaparezco

Se trata de una pintada callejera en Bogotá… El europeo que la lee distraídamente podría acaso pensar: vaya, qué nivel de conciencia budista entre los grafiteros latinoamericanos: el desvanecimiento del ego como resultado del proceso de meditación… Por desgracia la realidad es mucho más tremenda y tenaz (empleando este último adjetivo en el sentido que recibe en Colombia). En este país, y en demasiados países del mundo, quien se atreve a pensar por cuenta propia, en contra del (des)orden establecido,  tiene en efecto bastantes posibilidades de acabar “desaparecido” por un escuadrón de la muerte o baleado por sicarios.