“No fui hecho para la política porque soy incapaz de querer o de aceptar la muerte de mi adversario”, anotó Albert Camus en sus Carnets. Ésa es la política ordinaria, la que se mueve en la pareja schmittiana de categorías amigo/ enemigo: lucha competitiva por posiciones apreciadas en una jerarquía. La política de los chimpancés (Frans de Waal) que es humana, demasiado humana. El tipo de política de dominación que empieza, hasta en la asociación de vecinos o el club deportivo, cuando estoy dispuesto a engañar y manipular para lograr mis objetivos. Pero, más allá de esto, queda la política como ética de lo colectivo a la que constantemente apeló Paco Fernández Buey –ésa que lucha por construir órdenes sociales más allá de la jerarquía y la dominación…