Las habitaciones en el Gran Hotel del Abismo están reservadas para los intelectuales aislados. En cuanto se junta uno con media docena de compañeras y compañeros para emprender juntos una lucha, el desengaño de quien está de vuelta de todo –la justicia no existe, el amor no existe, la libertad no existe, la compasión no existe: nada nuevo bajo el sol, aunque ahora se decline con acentos posmodernos— no es una opción.