qué desperdicio de casi todo

Japón desconectó hoy el último de los 54 reactores atómicos que, antes de la catástrofe de Fukushima[1], producían casi la tercera parte de la electricidad del país. Qué masa enorme de inversiones fallidas, de recursos esenciales dilapidados, de oportunidades desperdiciadas –y eso sin entrar apenas en las cuestiones político-morales de fondo (los residuos nucleares generados seguirán amenazando a los seres vivos durante decenas de miles de años).

Todo eso hubiera podido evitarse con decisiones correctas que hubieran encaminado el país hacia un sistema energético sostenible, hace cuatro decenios… Pero ¿cuántos vemos hoy –por ejemplo— que las decisiones actuales sobre AVEs, autopistas y aeropuertos representan un error de similar magnitud?



[1] Información y reflexión básica en el reciente (y muy recomendable) libro de conversaciones de Eduard Rodríguez Farré (con Salvador López Arnal): Ciencia en el ágora, El Viejo Topo, Barcelona 2012.