Gertrude Stein dijo en cierta ocasión refiriéndose a Oakland, California: ahí no hay “ahí”. Claro, sabemos que no es una cuestión de espacio geográfico: puede haber ahí en cualquier lugar, con tal de que nuestra disposición espiritual sea la adecuada. (Atención: esto no quiere decir que se puedan sustituir los contextos sociales y naturales adecuados para la vida humana con un golpe de varita mágica, a fuerza de voluntarismo: obviamente no es así.) La poesía puede ayudarnos a que en nuestro ahí –sea éste cual fuere- haya ahí. (Igual que pueden hacerlo los ejercicios espirituales epicúreos, estoicos o budistas cuya tradición reconstruyó ejemplarmente Pierre Hadot.)