El 26 de abril de 1984, hace casi treinta años, Claudio Rodríguez leyó una selección de sus poemas en el madrileño Colegio Mayor Chaminade y fue glosándolos con jugosos comentarios. Entre el público me encontraba yo, un estudiante de matemáticas en la Universidad Complutense de Madrid que por otra parte intentaba, desde bastantes años antes, escribir poemas. Tomé notas durante la lectura del gran poeta zamorano. Las transcribo esta noche para compartirlas.
J.R.
Don de la ebriedad: ebriedad como impulso, entusiasmo, éxtasis. Irracionalidad: yo no sabía dónde estaba (por eso los poemas no tienen título). Barahúnda de las cosas que yo, adolescente, no sabía interpretar.
No soy un poeta profesional: fácilmente puedo pasarme uno o dos años sin escribir.
Conjuros: el mayor misterio es la materia. Santa Teresa: “paso mucho tiempo contemplando el agua”. Rilke: “atreveos a decir eso que llamáis manzana”. Interpretación de la materia. La poesía, que siempre es canto, conjuro, va haciéndose meditación.
El lenguaje de mi poesía es oral. De origen oral es la mejor poesía española: el cancionero infantil, la canción popular, el romancero…
No me importa el Hombre con mayúsculas, sino el hombre en sus tareas comunales, en comunicación colectiva.
“La contrata de mozos”: el hombre ha venido a darse, a entregarse. Otro sentido no tiene la vida. Ésa es la afirmación moral de mi poesía.
“Alto jornal”: lo que se intenta es la salvación humana.
Alianza y condena: la vida transcurre entre lo fascinante y lo tremendo. Momento de la fascinación, alianza: arrimarse. Condena: lo tremendo y terrible, lo que aleja, lo que separa. La vida es unidad de alianza y condena.
Condena: putrefacción del ser. “Une charogne”, de Baudelaire. El Cristo de Velázquez, cuya agonía nos parece hermosa. Se puede cantar incluso desde la ceniza, desde la propia descomposición.
Casi todos mis poemas los he escrito caminando en campo abierto. La cualidad de la contemplación varía con la velocidad de la marcha. El ritmo del caminar se funde con el ritmo del poema.
Es una tontería hablar de “poesía social”: todo lo humano es social, y por supuesto la poesía.
El vuelo de la celebración. Se puede celebrar desde todo el existir humano. Religión, no como creencia confesional, sino como acercamiento a lo trascendente del ser humano. Parentesco del poeta y el sacerdote (romanticismo). “Secreto”, etimológicamente, quiere decir “sagrado”. Sagrario, nombre de mujer. [Aquí, el transcriptor añadiría: y Clara, y Soledad, y Angustias… qué expresivos nombres de mujeres españolas.]
Intenta el poeta abrir, encontrar la verdad, el secreto de la vida. “Dijo Dios: luz, y la luz se hizo”: palabra que funda, que crea la realidad. La palabra del poeta intenta fundar la realidad y celebrarla: y eso con toda realidad por mínima que sea, hasta la más pequeña. Lo fugaz es lo que dura.
La niñez es la condición más profunda del ser humano –no mera edad, no cronología. Lo que no se marchita. Baudelaire: “Le génie, c’est l’enfance retrouvée à volonté”.
Uno puede enamorarse incluso de un burro. Quien no se enamore profundamente de la piedra y el gusano no entrará en el reino de los cielos.
Niñez: tareas de canción gremial, de juego.
A veces un poema nace de una sola palabra que nos asombra y orienta. Dylan Thomas: una palabra como una piedra que se arroja al agua; despierta ondas, intuiciones; crece el poema.
Poesía es tantear en la oscuridad, orientándose por las palabras.
Personalidad, no originalidad. El amarillo de van Gogh, o Humphrey Bogart fumando un pitillo: misterio.
Yo no invento nada. Se trata de contemplar las cosas. Si uno camina de noche por la meseta castellana, experimenta una sensación física de elevación: así en mi poema, o en el de Fray Luis de León.
Dos rasgos de la poesía de mi generación, la generación del cincuenta: valor que concedemos a la belleza del lenguaje, preocupación por la palabra; y sentido moral del arte.
Los poemas que leyó Claudio en aquella velada del Chaminade fueron:
- De Don de la ebriedad, I y VI del libro primero, y VIII del libro tercero.
- De Conjuros, “A mi ropa tendida”, “Alto jornal” y “La contrata de mozos”.
- De Alianza y condena, “Brujas a mediodía”, “Cáscaras”, “Ajeno” y “Noche abierta».
- De El vuelo de la celebración, “Ballet del papel”, “Lo que no se marchita” y “Una aparición”.