rené char y la privatización del Canal de Isabel II

El Diario Montañés, un periódico cántabro, me solicitó una entrevista; respondí por escrito al cuestionario de Marta San Miguel.  «Por razones de espacio» la entrevista –publicada el 25 de noviembre– fue recortada, y curiosamente desapareció la crítica al nuevo gobierno que está formándose, el rechazo del delictivo desafuero que supone la privatización del Canal de Isabel II… Copio aquí mis respuestas en su integridad.  

Cantos de La Balandrane estaba inédito en España, ¿qué aporta a la visión poética de René Char?

Yo lo sitúo en un tercer período de su obra, tras los años de formación (con el surrealismo) y la madurez de 1938-1950 (que halla su mejor expresión en Furor y misterio), tercer momento que se extendería desde 1950 –Char tiene entonces 43 años– hasta la muerte del poeta en 1988. Se desvanecen las expectativas de transformación social profunda que había generado la Resistencia, y entenebrece el mundo la confrontación nihilista de las dos superpotencias nucleares y la crisis ecológica que se va haciendo cada vez más evidente. En los años precedentes, Char ha visto morir y se ha visto obligado a dar muerte; de alguna forma aflora en su poesía “un decir de la pugnacidad de la muerte” (Dominique Fourcade). Arrastrado por la gravedad mortal de su poema, el poeta se abisma. Desde La palabra en archipiélago (1962) hasta su último libro (Elogio de una Sospechada, publicado en 1988, ya póstumamente), su escritura se empecina en preservar la lucidez y mantener abierto el diálogo acerca de las dimensiones esenciales de la condición humana: libertad, justicia, amor, duelo, creación, trabajo…

Char fue un poeta muy vinculado al surrealismo, y se le califica como tal. Sin embargo en su trayectoria acabó alejándose de este movimiento, ¿se identifica una frontera en su obra o es un puente entre dos modos de ver el mundo?

El grupo surrealista parisino de André Breton fue la escuela de Char y su universidad, allí completó –en un medio extraordinario—su maduración como persona y como poeta. A partir de 1934-35 se separó progresivamente del grupo, aunque como dijo él mismo en cierta ocasión siempre conservó “los pies mojados en el surrealismo”.

Traducir a un poeta supone traducir su modo de ver el mundo, no sólo sus palabras, ¿toma un poco de Char tras poner el punto final de este libro?Traducir a un gran poeta es una forma de apropiación, sin duda, al mismo tiempo que una manera especialmente rigurosa de leerlo. Alguna vez se ha dicho que traducimos algunos poemas para no tener que tratar de escribirlos nosotros mismos. Yo comencé a leer a Char en 1981, con 19 años, y su voz me acompaña desde entonces, y trato de compartirla en castellano: es uno de los grandes que regalos que he recibido. He traducido ya al español la mayor parte de su poesía, libro a libro, desde los años ochenta.

¿Qué ha descubierto del genial poeta francés a lo largo de su trayectoria?

Voy a ceder la palabra al propio René Char. Son palabras de una entrevista con Pierre Berger, hace ya decenios, sobre poesía y resistencia: “Creímos en 1945 haber salido del espíritu totalitario… Acordémonos de que ese cáncer, bajo el nombre de fascismo, había comenzado por devorar una nación, luego otra… En la actualidad está agazapado en el inconsciente de los hombres, en particular, de aquellos que se declaran sus peores enemigos… Ese mal, acerca del cual nos hemos detenido a pensar, es el desprecio del prójimo: una especie de indiferencia colosal con respecto a la inteligencia de los demás y de su alma viviente. ¡Una intolerancia demente! ¡Su caballo de Troya es la palabra felicidad! Y yo creo que eso es mortal. No se trata de un peligro relativo sino absoluto.”

Usted proviene del ámbito universitario, ¿puede esta publicación nacido en el seno del Aula de Letras de la UC corroborar la apuesta por la cultura en tiempos de crisis?

Ojalá que así sea… El avance de las posiciones neoliberales/ neoconservadoras (que en la mayor parte de los casos habría que llamar más bien neocaciquiles, como suele recordar José Manuel Naredo) desde los años ochenta constituye un desastre social. Y nos encamina hacia inimaginables catástrofes ecológicas y económicas. Nos gobierna una plutocracia nihilista a la que no le tiembla el pulso ante la destrucción del mundo. Y la deriva neoliberal de la universidad (primero plan de Bolonia, ahora Estrategia Universidad 2015) forma parte de esa marcha hacia el abismo.

Los recortes en cultura aguardan y son inminentes, ¿qué repercusión cree que tendrán en la sociedad?

Sin ciudadanía democrática no hay democracia; sin las labores de síntesis y sindéresis en que nos ayudan las humanidades y las ciencias sociales, sin las herramientas para atar cabos y construir contextos de sentido que nos proporcionan la literatura y la filosofía, nos convertimos en tontos informadísimos.

¿El cambio de gobierno cree que mitigará algo el miedo que hay en la sociedad?

Llevamos demasiado tiempo engañándonos: rechazando mirar de frente asuntos tan básicos como los límites biosféricos contra los que chocan nuestras sociedades, el calentamiento climático, el cenit de los combustibles fósiles, la imposibilidad del crecimiento económico ilimitado, el desatino de crear dinero a partir de deuda, la vulnerabilidad y finitud humana, nuestra condición de seres ecodependientes, interdependientes y mortales. Char, por cierto, no sólo luchó –con las armas en la mano— contra el nazismo durante la segunda guerra mundial, sino que alertó incansablemente contra esta peligrosa deriva en la posguerra. Estoy seguro de que el nuevo gobierno español va a empeorar esta situación. Hoy desperté en Santander–se lo cuento tal y como sucedió— entresoñando ideas para la defensa contra la privatización de las aguas de Madrid –la empresa pública del Canal de Isabel II— que están ultimando Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz Gallardón: tras su desastrosa gestión política, tras haber acumulado una deuda elefantiásica gastando los presupuestos de todos con objetivos muy alejados del bien común, tratan de enjugar pérdidas vendiendo las joyas de la abuela, que no es su abuela sino la de todos los madrileños y madrileñas… Es una conducta delictiva, y si se consuma ese crimen contra lo común habrá que exigir responsabilidades –no sólo políticas, también penales.

¿Comparte con Char esa vocación digamos política o social de la poesía? ¿Cree en ese papel vertebrador y agitador de conciencias que tenía la poesía con Char? Y si es así, ¿cree que se está perdiendo en detrimento de la forma o contenidos puramente sensoriales?

Estoy seguro de que Char no hubiese descrito su idea de la poesía en esos términos. Una manera radical de comprometerse (en el sentido del vínculo con los otros) es no aceptar compromisos (no vender, no vendernos, no ceder en aquello que consideramos esencial). “El poema es el amor realizado del deseo que permanece deseo”, escribió el gran poeta –provenzal y universal– en “Partición formal”. En esa búsqueda de lo necesario imposible seguimos, tratando de buscar su compañía.

En su estancia en Santander ha presentado también Futuralgia, su último libro, que reúne poemas desde 1979… ¿se reconoce en sus versos?

Los poemas se desprenden del autor o autora, a lo más tardar desde que son publicados, y marchan a correr mundo… En cierta forma no están completos hasta que se produce el encuentro con el lector o la lectora, hasta que van haciéndose parte de la experiencia de otros. Algunos sabemos que puede vivirse mucho mejor en la cercanía de la poesía. No es un asunto sólo de reconocimiento o identificación: también de extrañeza.

En Santander, 24 de noviembre de 2011