reseña de ramón fernández durán y luis gonzález reyes: «en la espiral de la energía»

En Papeles 129, Madrid 2015.

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Ramón Fernández Durán y Luis González Reyes: En la espiral de la energía. Historia de la humanidad desde el papel de la energía (pero no sólo), Libros en Acción, Madrid 2014, 2 vols. (519 y 415 págs. respectivamente). 25 euros (los dos volúmenes no se venden por separado).

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En noviembre de 2014 asistí a unas jornadas sobre “Historiografía, marxismo y compromiso político” celebradas en la Universidad Complutense de Madrid, atraído sobre todo por una mesa de ponencias que había de versar sobre “Marxismo e historiografía, pasado y futuro”. La experiencia fue curiosa. Una historiadora de la Universidad de Granada se desvinculó por completo del tema propuesto y se dedicó a analizar los movimientos vecinales en el franquismo tardío; un historiador de la Universidad de Oviedo adelantó un decálogo metodológico para reconstruir la historiografía marxista. Mi intervención, preguntando si las y los historiadores marxistas no tenían nada que decir sobre el futuro, sobre este Siglo de la Gran Prueba donde todo indica que nos hallamos ante las mayores discontinuidades de la historia humana, fue acogida con cierta perplejidad. Bastante tenían los historiadores e historiadoras con tratar de entender los fragmentos de nuestra historia pasada –se me dio a entender– como para aventurarse a emitir opiniones sobre el futuro…

 

Y sin embargo, desde el hondón de la crisis civilizatoria donde ya estamos, que se agravará en los decenios por venir; desde esa inquietante era histórica y geológica que hemos bautizado con el nombre de Antropoceno; desde las letales encrucijadas donde parecemos hallarnos, oteando el colapso de las sociedades industriales, precisamente ese trabajo de inspección rigurosa de los futuros posibles resulta cada vez más necesario y urgente. En otros lugares, son historiadores profesionales quienes emprenden el largo viaje interpretativo desde los simios prehumanos hasta el siglo XXI;[1] en nuestro país, y con la excepción de los especialistas en historia agraria,[2] parece que la profesión no se da por enterada. Y eso lleva a que historiadores amateurs tengan que hacerse cargo de tan trascendental tarea cívica: como cuando José David Sacristán de Lama escribió sobre la posibilidad de una próxima nueva Edad Media (por analogía de nuestros tiempos con la caída del Imperio romano de Occidente),[3] o en este impresionante trabajo de Ramón Fernández Durán (1947-2011) que su amigo, compañero de lucha (en Ecologistas en Acción) y albacea literario, Luis González Reyes, ha completado y llevado a feliz término.

 

Como señalan RFD y LGR (abreviaremos así los nombres de los coautores) en el arranque de su texto, necesitamos perspectiva histórica: “una perspectiva que intente el ejercicio de mirar ‘desde fuera’ el discurrir de la humanidad en un contexto ecosocial amplio y que, además, enmarque esto en la evolución de la vida y de los sistemas complejos” (p. 16 del vol. 1). Cabe señalar que ésta es la perspectiva que han adoptado, desde hace algún tiempo, los historiadores e historiadoras anglosajones que trabajan en el marco de la Big History,[4] sólo con la diferencia de que RFD y LGR se mueven en un ámbito más militante (sin desmedro del rigor de su trabajo) y no académico. Lo que ofrecen no es un intento de historia total, sino una interpretación que se guía siguiendo los hilos de algunas dimensiones básicas de la existencia humana: energía y materiales, ecosistemas, tecnologías, ciudades, Estados, subjetividades, economía y movimientos sociales. Las sociedades, nos argumentan estos dos autores, “necesitan de las funciones ecosistémicas y del cuidado físico y emocional de sus integrantes para su reproducción: todos los seres humanos somos socio- y ecodependientes. Ambos factores han permanecido hasta ahora invisibilizados y ambos se encuentran en una fuerte crisis como consecuencia del conflicto profundo y en aumento entre la lógica del capital y la de la vida. Si la crisis energética y material está disparando la Crisis Global, el cambio climático y la desorganización de los ecosistemas son los problemas mayores, a más largo plazo, para sostener la capacidad de las sociedades de reproducirse” (p. 159 del vol. 2).

 

Acerca de este libro ha escrito Pedro Prieto que se trata de “la obra más seria y rigurosa que conozco, escrita en idioma castellano, sobre la evolución de nuestra especie, sus modelos sociales, económicos y culturales, vistos desde el punto de vista de las disponibilidades de la energía en cada época”.[5] El juicio positivo es compartible; RFD y LGR han hecho una contribución mayor a la intelección de nuestro mundo y las perspectivas que afrontamos. Nos ponen ante los ojos verdades duras, que hemos de asumir. Por ejemplo, no vamos a tener prósperas economías capitalistas en tiempos de descenso energético: ésa es una barrera con la que hay que contar, so pena de sucumbir a un desaforado wishful thinking… Los autores sugieren que habrá un punto de inflexión hacia 2030, cuando decaerá de forma importante la energía disponible para las sociedades industriales.[6]

 

Ya no es realista esperar una transición planificada y suave hacia una economía post-carbono, o –de manera más general– hacia una sociedad sustentable. La investigación sobre los colapsos que sufrieron culturas y civilizaciones antiguas apunta a que las soluciones para problemas de escasez de recursos –energía sobre todo— tienden a crear sistemas aún más complejos, y asociado con esta mayor complejidad va un mayor uso –directo e indirecto— de energía.[7]

 

Como bien indican RFD y LGR en su obra monumental, una transición ordenada hacia la sustentabilidad (incluyendo una rápida transición energética hacia las renovables) sólo sería realista en un escenario de fuerte planificación (no necesariamente centralizada) y elevada conciencia social, a escala mundial o casi. Y eso no va a producirse a la escala y con la velocidad que se requiere (p. 204 del vol. 2). Todo indica que hoy el colapso es más probable que una transición razonable a la sustentabilidad.[8] Vamos hacia “un colapso caótico del capitalismo global” (p. 196 del segundo volumen de la obra). En la explicación de este colapso, RFD y LGR sugieren la primacía de los “límites externos” (ecológicos) sobre las contradicciones internas del capitalismo, esencialmente el peak oil (p. 86 y ss. del vol. 2).

 

Como este libro merece ser leído y lo será, ha de ser debatido y lo será, y previsiblemente alcanzará varias ediciones actualizadas, me permito finalizar constructivamente esta reseña con algunas observaciones críticas. En ocasiones, se diría que RFD y LGR exageran (y no exagerar es muy importante: en ello se cifraría lo esencial de tradiciones sapienciales como el budismo, según ha indicado Juan Masiá). De que los sistemas complejos funcionen de forma no lineal, y aparezcan propiedades emergentes, no se sigue que “las posibilidades humanas de controlar el entorno (e incluso las sociedades) sean nulas”, como se afirma en la p. 172 del vol. 2. Una cosa es denunciar la prepotencia humana y la ilusión de control; otra diferente negar cualquier capacidad de control (y autocontrol) sobre sistemas complejos. En varios momentos, la posición de nuestros dos autores parece quedar cerca del TINA (There Is No Alternative) de Margaret Thatcher, por descontado que desde supuestos político-ecológicos muy diferentes. Así, por ejemplo, el título del parágrafo que comienza en la p. 255 del vol. 2: “No hay alternativa a un descenso importante de la población”.[9]

 

También exageran, a mi juicio, cuando afirman que “no es posible resolver los problemas ambientales por la vía tecnológica sin crear nuevos problemas” (p. 172 del vol. 2). Una cosa es denunciar la irracional fe tecnolátrica, otra distinta excluir absolutamente que algunos problemas pudieran solucionarse, en un marco sociopolítico diferente, a través de un uso sensato de tecnologías intermedias… Pensemos por ejemplo en el uso de turbinas hidráulicas avanzadas –alta tecnología de la época–, capaces de generar mucho trabajo con una interferencia menor en cursos de agua pequeños, tal y como se desarrolló hasta 1920-30 aproximadamente. Una sociedad ecosocialista/ ecofeminista podría emplear de forma razonable estos molinos de agua avanzados, o las bicicletas, que al fin y al cabo no son artefactos concebibles en sociedades preindustriales… Harina de otro costal es la pregunta de si aún podemos concebir trayectorias viables, en el “tiempo de descuento” que es el nuestro (pensemos en el enorme problema del calentamiento climático), hacia esas sociedades ecosocialistas/ ecofeministas.

 

A mi entender, también hay un problema con el uso sistemático del futuro de indicativo en el capítulo 9 de la obra… Ni el determinismo es correcto (como bien saben los autores: véase la p. 18 del vol. 1, o la 209 del vol. 2), ni disponemos de una bola mágica para predecir el futuro, esos futuros donde podemos estar seguros de que las interacciones entre múltiples sistemas complejos nos depararán sorpresas… Aunque RFD y LGR afirmen explícitamente que lo que proponen es “un ejercicio de política-ficción” (p. 183 del vol. 2), el uso de aquel tiempo verbal arrastra a la mente humana en otra dirección.

 

El libro se hubiera beneficiado de una corrección más cuidadosa. Así, por ejemplo, en la extensa bibliografía final (p. 345-412 del segundo volumen) han desaparecido muchas cursivas, lo que dificulta distinguir los libros de los artículos.

 

Estas leves objeciones, en cualquier caso, no alteran la valoración entusiasta que merece la obra. Ahora ha de encontrarse con sus lectores y lectoras, avivar sus debates y fecundar sus prácticas, desde la convicción de RFD y LGR según la cual “llegar a imaginar la catástrofe como algo que puede ocurrir es la mejor forma de evitar lo peor” (p. 183 del vol. 2).

 

Jorge Riechmann

(Departamento de Filosofía de la UAM)

 



[1] Ian Morris, ¿Por qué  manda Occidente… por ahora?, Ático de los Libros, Barcelona 2014. Yuval Noah Harari, De animales a dioses, Debate, Barcelona 2014

[2] Enric Tello: La historia cuenta. Del crecimiento económico al desarrollo humano sostenible. Libros del Viejo Topo, Barcelona 2005.

[3] José David Sacristán de Lama, La próxima Edad Media, Edicions Bellaterra, Barcelona 2008.

[4]Un buen ejemplo de esta orientación historiográfica: Fred Spier, El lugar del hombre en el cosmos, Crítica, Barcelona 2011.

[5]Reseña de En la espiral de la energía en el blog Crisis energética, 11 de diciembre de 2014. Puede consultarse en http://www.crisisenergetica.org/article.php?story=20141211093719256

[6]De forma algo contradictoria, afirman que antes de esa fecha “los escenarios van a ser muy duros y las opciones de cambios emancipatorios serán pequeñas” (p. 182 del vol. 2). Pero si el descenso energético comienza hacia 2030, no se ve por qué los escenarios más duros estarían antes, y no después de esa fecha… Por lo demás, en p. 200 se dice otra cosa.

[7]Véase Joseph A. Tainter, The Collapse of Complex Societies, Cambrige University Press, Nueva York 1988; así como Jared Diamond, Jared Diamond Colapso. Por qué unas sociedades perduran y otras desaparecen, Debate, Barcelona 2006.

[8]Joseph A. Tainter, “Energy, complexity and sustentability: a historical perspective”. Environmental Innovation and Societal Transitions 1, 2011. Véase también Anthony D. Barnosky y otros, “Approaching a state shift in Earth’s biosphere”, Nature vol. 486, del 7 de junio de 2012.

[9]Pero luego se afirma en la p. 256: “Con esos datos el descenso poblacional no es inevitable, pero sí probable”. ¿En qué quedamos?