«Cuando el director gerente de la FIAT, Marchionne, habla de «un antes y un después de Cristo» en las relaciones sociales, subraya una verdad: las izquierdas, no sólo comunistas y socialistas sino socialdemócratas han dejado en la desorientación de 1989 a sus bases y sus principios, perdiendo con ello su poder contractual (salvo en algunos países escandinavos) y lo que queda hoy es blanco de la parte contraria. No nos engañemos: no es el comunismo lo que la patronal de las multinacional ha decidido destruir hoy, operación que ya se ha cumplido por sí sola, sino aquella legitimidad de los intereses sociales opuestos que los Treinta Gloriosos habían tenido que reconocer, que había permitido a las luchas obreras existir y conquistar algunas condiciones que algunos, también entre nosotros, consideran derechos inalienables. No hay en las relaciones entre las clases derechos inalienables…»
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