ruido

 

ruido

 

No hay posible racionalidad colectiva sin reflexión y deliberación. Y no hay reflexión ni deliberación sin tiempo suficiente, sin espacios de silencio, sin reconocimiento del otro y sin real disposición a la autocrítica (que pueda desembocar en el abandono de nuestros preciosos puntos de vista previos). Eso quiere decir que, en la megajaula de grillos que llamamos “redes sociales” (y que no son tales, sino megaempresas capitalistas del sector de los Big Data), las condiciones para la racionalidad colectiva están siendo sistemáticamente destruidas. Cuando Burger King se alegra porque “estamos causando ruido, somos trending topic”,[1] cualquier ser pensante debería guardar un minuto de silencio por las mejores posibilidades del ánthropos.

 

 

 

abundando en lo anterior (tantísimo ruido)

 

Como observó Neil Postman en su importante libro de 1985 Divertirse hasta morir (Amusing Ourselves to Death), el surgimiento de la televisión introdujo no sólo un nuevo medio, sino una nueva forma de discurso: un cambio gradual de una cultura tipográfica a una cultura visual. Esto implicó un cambio de la racionalidad a las emociones (permítaseme simplificar: sabemos que no es posible razonar sin emociones), y una creciente exposición a dosis cada vez mayores de entretenimiento (hasta el punto de que incluso el periodismo “serio” tiende hoy a degenerar en infotainment). “En un mundo centrado en las imágenes y en el placer, Postman señaló que no hay lugar para el pensamiento racional, porque simplemente no puedes pensar con imágenes”, recuerda el ensayista iraní-canadiense Hussein Derajshan.[2] Las esperanzas de un giro hacia el discurso racional que se manifestaron en los comienzos de internet (inicialmente un medio textual) se han visto rápidamente defraudadas a medida que se imponían las pantallas móviles (el smartphone sobre todo) y los llamados social media.[3] Esas sedicentes “redes sociales” que, como bien suele decir Belén Gopegui, no son tales, sino megaempresas capitalistas que mercantilizan nuestra necesidad de comunicación y nuestra afición al entertainment.

 

 

 

[1] “Esta semana [Burger King] ha publicado una oferta de trabajo de repartidores a domicilio que exigía este currículum: estudios superiores, conocimientos de matemáticas, literatura, historia, geografía y política. Se valorarán aptitudes musicales y de canto, añadían. Les han puesto a caldo, pero es que era broma, o eso dicen. Una táctica publicitaria. ¡Está causando ruido y era lo que esperábamos. Estamos contentos. Somos trending topic’, explicó un portavoz de la empresa.” Íñigo Domínguez, “Comezón”, El País, 14 de diciembre de 2017; https://elpais.com/elpais/2017/12/13/gente/1513182306_866173.html

[2] Hossein Derakhshan, “Wikipedia’s fate shows how the web endangers knowledge”, Wired, 17 de octubre de 2017;

https://www.wired.com/story/wikipedias-fate-shows-how-the-web-endangers-knowledge/amp

[3] He ofrecido algunos elementos de análisis en Jorge Riechmann, ¿Derrotó el smartphone al movimiento ecologista?, Catarata, Madrid 2016.