selenitas, marcianos, saturnianos

Kant pensaba que “si hubiéramos de contemplar a nuestra Tierra como el único escenario de sabiduría divina, habría bastantes motivos para mostrarnos escrupulosos en ese terreno”.[1] Confiaba no obstante, como muchos de sus contemporáneos, en poder hallar algo más de racionalidad en otros rincones del sistema solar…[2]Si los humanos son rabiosamente destructivos y autodestructivos, probablemente en Marte o Saturno vivirán seres algo más serenos e ilustrados, pensaban aquellos paladines de las Luces. Hoy no cabe recurrir a ese consuelo. O resolvemos nuestros problemas en el tercer planeta del sistema solar, o no habrá vida inteligente en muchos años-luz a la redonda –quizá en ninguna parte del universo.



[1] Immanuel Kant, fragmento 138 de los antologados por Roberto Rodríguez Aramayo en su Kant, Península, Barcelona 1991, p. 138. Se trata de un texto de 1783-84, una de sus reflexiones publicadas sólo póstumamente.

[2] Kepler fue el primero que formuló la idea del viaje espacial. En su relato Somnium (descripción de un sueño de 1609 que circuló primero en copias manuscritas y fue finalmente impreso en 1634) dibujó con el mayor detalle la forma de existencia de los selenitas, los habitantes de la Luna. Después, se hicieron muy famosos los Entretiens sur la pluralité des mondes que publicó en 1686 Bernard le Bouvier de Fontenelle (un verdadero best-seller en la Europa de la época: treinta y tres ediciones en vida del escritor). Kant, en su Historia general de la naturaleza y teoría del cielo de 1755, explicaba que “la mayoría de los planetas están habitados”. Explica Wolfgang Welsch: “Su idea fundamental es que tanto la constitución física como la espiritual de los habitantes de los planetas (incluidos nosotros mismos) está en relación exacta con la distancia del planeta correspondiente al Sol, de modo que todo se vuelve más perfecto proporcionalmente a la distancia al Sol. En Mercurio, el planeta más cercano al Sol, la materia es, pues, en extremo inerte; (…) en cambio en Saturno la materia es fina en grado sumo y, por tanto, la espiritualidad de los habitantes en particular elevada. Nosotros, habitantes de la Tierra, nos encontramos en medio. Tanto física como espiritualmente somos simplemente medianos” (Hombre y mundo. Filosofía en perspectiva evolucionista, Pre-Textos, Valencia 2013, p. 74).