Como sabemos desde hace decenios por los experimentos con desdichadas ratas de laboratorio, la estimulación artificial de los centros de placer en el cerebro de los mamíferos resulta tan gratificante y absorbente que el animal llega a desistir de cualquier otra actividad, y prefiere morir de hambre con tal de seguir gozando.
¿Están ustedes seguros de que los cascos de realidad virtual son una buena idea?