«Es famosa la frase de Shinran: ‘Si hasta los buenos se salvan, ¿cómo no se van a salvar los demás?’ Es esta frase la expresión de una culpabilidad sana, unida a la vivencia de sentirse agraciado, acogido, perdonado y salvado por parte de una instancia absoluta. Solamente dejándome acoger incondicionalmente por esa instancia absoluta, dejándome perdonar, es posible que yo me perdone a mí mismo y que de ahí brote mi compasión por los demás. Pero la citada frase fue objeto de malentendidos, lo mismo que la frase tan parecida de Jesús: ‘No he venido por los justos sino por los pecadores’. Se pueden distinguir, dice el discípulo de Shinran que editó el librito con la famosa frase del maestro, cuatro reacciones ante esa enseñanza: el que opta por hacerse malo, ya que ha oído que de todos modos se salvará; el que se cree bueno y se indigna contra la salvación y el perdón otorgado a otros; el que se reconoce malo, pero desconfía de que haya perdón y salvación para él; finalmente, y ésta era la intención de Shinran, como la de Pablo en su carta a los Romanos, el que tiene a la vez la vivencia de ser pecador y perdonado, necesitado de salvación y salvado. En este último se aúnan la gratitud y la confianza con la confesión de culpabilidad de un modo nada patológico.»
- Marco Antonio de la Rosa Ruiz Esparza, Introducción al budismo, manuscrito, disponible en http://es.scribd.com/doc/60597528/INTRODUCCION-AL-BUDISMO . Remite a Juan Masiá, Buda y los budismos, Fundación Santa María, Madrid 1996, p. 41-44; y Caminos sapienciales de oriente, Desclée De Brouwer, Bilbao 2002, p. 165-168.