Planeamos, proponemos objetivos, perseguimos fines… Mas no deberíamos olvidar nunca el refrán judío que dice: si quieres hacer reír a Dios, cuéntale tus planes.
Los seres humanos nos guiamos por propósitos –la acción humana es eso; pero la distancia entre intenciones y resultados aumenta con la complejidad de las interacciones. Por eso, las posibilidades de control consciente de la evolución social no son grandes…
¿Qué ocurrirá en el futuro? El futuro como tal es impredecible –en un mundo de sistemas complejos. Pero hay imposibilidades que acotan los futuros posibles, y que vienen determinadas por las leyes de la naturaleza –especialmente (aunque no sólo), si pensamos en sistemas sociales dentro de la biosfera, por la termodinámica y la ecología. Si uno excluye las fantasías de omnipotencia (la tecnología nos convertirá en dioses extraterrestres), de ello resulta un abanico de futuros posibles que, a medida que vamos agotando los recursos naturales de mejor calidad (energía, materiales, agua, biodiversidad, tierras de cultivo, etc.), se estrecha bastante rápidamente.