sin porvenir

Si hay algo sin lo cual los seres humanos somos incapaces de vivir, son las comunidades. Comunidades genuinas o sucedáneos de comunidad, pero comunidad en cualquier caso: tribus, grupos de pertenencia, familias extensas, bandas, pandillas, linajes, asociaciones. El desarrollo de individualidades sólo se da, en especiales y difíciles condiciones sociohistóricas, a partir del arraigo en comunidades. Y el individualismo anómico que se ha desarrollado bajo el paraguas del capitalismo fosilista no tiene ningún porvenir.[1]



[1] Sobre este enorme asunto he reflexionado en Jorge Riechmann, “¿Rascarse con las propias uñas? Razones para desconfiar del individualismo”, capítulo 4 de Autoconstrucción, Catarata, Madrid 2015.