La crítica, decía Marx en un conocido paso de la Crítica de la filosofía del Derecho de Hegel, les quita a las cadenas (religiosas o ideológicas) sus flores imaginarias no para que el ser humano siga llevando esas tristes sujeciones sin fantasía ni consuelo; ni para que se entregue a un desengañado cinismo, podríamos añadir; sino “para que arroje la cadena y tome la verdadera flor”. La dificultad de deshacernos de la cadena no debería empujarnos recaer en el autoengaño (como en la fábula de la zorra y las uvas); y la tiniebla reinante no debería hacernos olvidar que las flores verdaderas existen. Las seguimos llamando libertad, comunidad, belleza, igualdad, solidaridad, biofilia…