Lúcido artículo de William I. Robinson, quien –como señala Jesús Jaén, quien recupera este texto de 2023– interpreta bien la dimensión geopolítica del nuevo mundo donde nos encontramos. Mientras que, por otra parte, hace una crítica implacable a esa izquierda campista anti-imperialista que se ha situado objetivamente en posiciones reaccionarias: “La invasión rusa de Ucrania en 2022 y la respuesta política, militar y económica radical de Occidente pueden señalar el golpe de gracia a un orden interestatal decadente posterior a la Segunda Guerra Mundial. Un capitalismo global cada vez más integrado es incompatible con un orden político internacional y una arquitectura financiera controlados por Estados Unidos y Occidente, y con una economía global denominada exclusivamente en dólares. Estamos al comienzo de una reconfiguración radical de las alineaciones geopolíticas globales al ritmo de la creciente turbulencia económica y el caos político. Sin embargo, la crisis de hegemonía en el orden internacional tiene lugar dentro de esta economía global única e integrada. El pluralismo capitalista global emergente puede ofrecer un mayor margen de maniobra para las luchas populares en todo el mundo, pero un mundo políticamente multipolar no significa que los polos emergentes del capitalismo global sean menos explotadores u opresores que los centros establecidos. Por el contrario, el Occidente establecido y los centros emergentes en este mundo policéntrico están convergiendo en turno a tropos de ‘Gran Potencia’ notablemente similares, especialmente el nacionalismo jingoísta, a menudo étnica, y la nostalgia de una ‘civilización gloriosa’ mitificada que ahora debe recuperarse. Las narrativas spenglerianas difieren de un país a otro según las historias y culturas particulares, a saber:
En China el hipernacionalismo se combina con la obediencia confuciana a la autoridad, la supremacía étnica Han y una nueva Gran Marcha para recuperar el estatus de gran potencia. Para Putin son los días de gloria de un imperio de la ‘Gran Rusia’ anclado en Eurasia, políticamente respaldado por un conservadurismo patriarcal extremo que Putin llama ‘valores espirituales y morales tradicionales’ que encarnan la ‘esencia espiritual de la nación rusa [que triunfa] sobre el Occidente decadente’. En EEUU, es la bravuconería hiperimperial de una Pax Americana menguante, legitimada por la doctrina de ‘excepcionalismo estadounidense’ y la grandilocuencia de la ‘democracia y la libertad’, en cuyo margen siempre ha estado la supremacía blanca, ahora encarnada en un movimiento fascista en ascenso como la ‘teoría del reemplazo’. A estos podríamos agregar el pan-turquismo, el nacionalismo hindú y otras ideologías cuasi fascistas en este mundo policéntrico en ascenso. ¡Haz América Grande de Nuevo! ¡Haz China Grande de Nuevo! ¡Haz Rusia Grande de Nuevo!
Estados Unidos puede ser el mandamás y el criminal más peligroso entre los cárteles de Estados criminales que compiten entre sí. Debemos condenar a Washington por instigar una nueva Guerra Fría y por empujar a Rusia a través de una expansión agresiva de la OTAN para que invada Ucrania. Sin embargo, la izquierda ‘antiimperialista’ insiste en que hay un solo enemigo, Estados Unidos y sus aliados. Este es un cuento maniqueo de ‘Occidente y el resto’. Tal narrativa metafísica de Star Wars (Guerra de las Galaxias) sobre la lucha virtuosa contra el singular Imperio del Mal termina legitimando la invasión rusa de Ucrania. Y al igual que Star Wars, se vuelve difícil distinguir el balbuceo fantástico de un mundo de fantasía del balbuceo de la izquierda ‘antiimperialista’.”[1]
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Y ya puestos, vale la pena reparar también en este análisis de Jim Stewartson sobre la figura de Elon Musk: “Elon Musk no es sólo un ‘nazi’. Su psicología es la misma que la de Anders Breivik, Brenton Tarrant, Patrick Crusius y Dylan Roof. Es un adolescente desmoralizado que comete actos violentos masivos para hacer del mundo un lugar seguro para la gente blanca. No se detendrá hasta que millones de personas hayan muerto.
Esto no es un insulto ni una teoría. Lo que ya ha hecho con DOGE matará a innumerables personas en países a los que ayudábamos con alimentos y medicamentos vitales. No lo hizo para ahorrar dinero, sino porque odia a las personas negras y morenas y quiere que mueran.
Quiere destruir la red de seguridad social en Estados Unidos para identificar a los grupos que quiere encarcelar, esclavizar y, finalmente, hacer desaparecer. Quiere incentivar la natalidad blanca porque le aterra ser reemplazado. No le importa desmantelar el sistema de salud porque, en su opinión, las únicas personas que morirán de sarampión se lo merecen.
Su padre le enseñó a Elon Musk que era un niño especial, que estaba destinado a la grandeza y que haría realidad los sueños de los grandes científicos espaciales nazis. Sin embargo, su padre abusó de él, lo abandonó y se casó con su media hermana. Su padre animó a su hijo a irse de Sudáfrica porque no creía que la gente negra supiera gobernar.
Su madre es una sociópata racista y distante que alentó el acoso, el narcisismo y la megalomanía de su hijo y le transmitió el sueño imperial y tecnocrático de su padre de un imperio norteamericano, su racismo y antisemitismo crueles y brutales, y su admiración por Adolf Hitler.
La crianza racista de Musk, su herencia económica y su subsiguiente dependencia de gobiernos extranjeros y sus aliados en Estados Unidos lo convirtieron en el blanco perfecto para la radicalización y la usurpación. En 2022, decidió ‘corregir el rumbo de la civilización’ comprando Twitter y convirtiéndolo en un sistema de adoctrinamiento nazi a toda máquina, sin barreras. Y para lograrlo, se asoció con Vladimir Putin y los saudíes.
Está plenamente comprometido con la destrucción de la democracia liberal occidental como forma viable de gobierno, porque, como psicópata, no puede entender la empatía y considera que todo el concepto de emoción humana, altruismo y caridad es ‘ineficiente’. En lugar de ello, ha introducido conceptos como el ‘altruismo efectivo’ y el ‘largoplacismo’, que significan ‘voy a robarte todo lo que tienes y gastarlo en las cosas que yo quiero, sin importar lo que pienses’.
Esto ha conducido a monstruosos errores civilizacionales, como darle a un extranjero racista irresponsable las llaves de nuestro programa espacial, después de haber comprado sus fantasías adolescentes de ciencia ficción marciana.
Elon Musk es un asesino en serie que, sentado en el suelo del Ala Oeste con su portátil de juegos, hackea al gobierno estadounidense para que Estados Unidos sea más blanco, patriarcal y violento. Es una emergencia de seguridad global que, sin duda, intentará usar un arma nuclear si se siente amenazado.
Hay que hacer todos los esfuerzos legales para detenerlo. No es solo un nazi, es peor que el original.”[2]
[1] William I. Robinson, “El insoportable maniqueísmo de la izquierda antiimperialista”, 12 de agosto de 2023; https://desinformemonos.org/el-insoportable-maniqueismo-de-la-izquierda-antiimperialista/ . Previamente publicado en inglés en Los Angeles Review of Books (The Philosophical Salon). Todo el texto merece lectura cuidadosa.
[2] https://x.com/jimstewartson/status/1901436083784790036 ; el autor está sintetizando este artículo suyo, del 17 de marzo de 2025: https://www.mind-war.com/p/he-is-not-just-a-nazi-why-it-matters