Sobre los EEUU de ahora mismo escribe Boaventura de Sousa Santos: “El mayor problema para el mundo no es Trump, sino la forma en que los líderes mundiales tratan sus posiciones. Por otra parte, contrariamente a lo que retrata la espuma de los días, el comportamiento de Trump es menos errático o imprevisible de lo que se podría pensar. Los principales ejes de su política a la luz de sus primeros pasos son los siguientes:
1- Los negocios unen y la política divide. La división política debe utilizarse para mejorar los negocios, no para destruirlos. En este terreno, Rusia es más prometedora que Europa.
2- El armamento es crucial para la economía de EEUU, pero debe venderse, no utilizarse, y desde luego no por EEUU.
3- En términos de rivalidad económica, sólo China cuenta.
4- El capitalismo debe afirmar su ADN colonialista. El colonialismo es el saqueo de los recursos naturales. Sin él, no hay capitalismo. Los palestinos son indígenas. Igual que los congoleños.
5- Surgirá una nueva normalidad no sólo en EEUU sino en el mundo: oligárquica, autoritaria, fascista en el fondo, democrática en la forma. Es el verdadero fin de la historia que sólo los ingenuos (como Francis Fukuyama) veían residir en el liberalismo capitalista.”[1]
La OTAN, en efecto, es EEUU y poco más: pero los EEUU de Trump han comenzado ya a destruir la OTAN, según observan incluso atlantistas como Xavier Vidal-Folch.[2] No es momento para apuntalar esa estructura moribunda, sino para buscar una verdadera arquitectura de paz y seguridad internacional. “España y Europa han entrado en una deriva militarista contraria al sentido común, cuando lo apropiado sería desplegar relaciones diplomáticas que condujeran a establecer políticas de distensión y de coexistencia pacífica con Rusia, con objeto de superar la grave crisis que ha ocasionado la guerra de Ucrania; y, a la vez, volver a plantear políticas de desarme —como ya se hizo tras el final de la Guerra Fría en 1991— que propiciaran una Europa unida y de seguridad compartida.”[3]
[1] “Europa, ¿se arma o se desarma? De lo que no se dan cuenta los líderes europeos es de que la verdadera debilidad de Europa (no la debilidad de Trump) ha sido deseada e inducida por EEUU desde el fin de la Unión Soviética”, diario 16, 28 de marzo de 2025; https://diario16plus.com/analisis/europa-se-arma-se-desarma_507093_102.html . El profesor portugués escribe también:
“La OTAN es EEUU y poco más. La invasión de [Ucrania por] Rusia fue ilegal y reprochable, pero ya está plenamente documentado que fue provocada por EEUU, convencido de que debilitar a Rusia era debilitar a un aliado clave de China. Trump tiene la opinión contraria. Por un lado, para él, sólo una alianza calibrada con Rusia puede debilitar a China. Por otro lado, Europa tiene características contrarias a lo que Trump imagina para EE.UU. y el mundo: es demasiado laica y liberal; tiene sistemas públicos de sanidad y educación robustos (hasta ahora); «excesiva» protección laboral; «excesiva» protección medioambiental y «excesiva» regulación estatal. En resumen, Europa es débil porque tiene un Estado fuerte, porque carece de recursos naturales y porque no puede defenderse de los ataques exteriores sin el apoyo de Estados Unidos. De lo que no se dan cuenta los líderes europeos es de que la verdadera debilidad de Europa (no la debilidad de Trump) ha sido deseada e inducida por EEUU desde el fin de la Unión Soviética. Desde muy pronto, EEUU temió que Europa se convirtiera en un actor global, alimentando así el multipolarismo, que siempre ha sido temido por EEUU, que no puede imaginar (y teme) dejar de ser el único actor global. Cuando el Presidente Chirac de Francia y el Canciller Gerhard Schröder de Alemania se opusieron a la invasión de Irak, EEUU tomó nota de que los aliados europeos eran futuros rivales en un mundo multipolar. Este recelo aumentó con el Tratado de Lisboa de 2007, la inauguración en 2011 del primer gasoducto Nord Stream para suministrar energía rusa barata a la mayor economía de Europa (y a otros Estados europeos) y el refuerzo del pacto fiscal para fortalecer la integración europea ese mismo año. Además, la preferencia de Alemania por el Nord Stream y de Italia (Berlusconi) por el South Stream aumentó la suspicacia contra estos dos países considerados socios estratégicos de Rusia. El mismo recelo contra un multipolarismo que debilitaría a Estados Unidos está en la raíz del apoyo estadounidense al Brexit (2016-2020). En otras palabras, los mediocres líderes europeos de la última década no se dieron cuenta de que EEUU buscaba debilitar a Europa para poder ahora despreciarla… por débil. Una vez retirado el apoyo estadounidense a la continuación de la guerra, los líderes europeos, bien engrasados por el lobby de la industria armamentística estadounidense, en lugar de sentirse aliviados por librarse de una guerra que les ha sido impuesta y que les llevará a la ruina financiera –y a la destrucción de Ucrania–, han asumido como misión histórica la continuación de la guerra y la preparación de otras guerras, y pretenden vender esta idea suicida a los europeos. (…) En definitiva, Europa ha mordido el anzuelo de Trump: se rearmará para seguir desarmándose social y políticamente. Las armas más complejas y caras serán compradas a la industria militar estadounidense. Una vez más, Trump ha logrado su objetivo: el equipamiento militar es crucial para hacer negocios, no para hacer la guerra. Al rearmarse, Europa transfiere la inversión en políticas sociales y transición energética a la inversión en armamento y, como resultado, aumenta la desigualdad social y la polarización social, e ignora el peligro de colapso ecológico. Abre un campo fértil donde pastan ideas y políticas de extrema derecha. En otras palabras, se ha convertido en una réplica barata de Estados Unidos. El autoritarismo fascista con fachada democrática está en el horizonte, tal y como Trump quiere para Europa y el mundo. En definitiva, al rearmarse, Europa se está desarmando.”
[2] “La destrucción de la Alianza Atlántica ha empezado. No es aún el propósito explícito de Donald Trump. Aunque sí el corolario de su conducta. Durante dos meses se ha empeñado inequívocamente en romper con sus principios. Antes que el artículo 5 del Tratado de Washington que consagra la defensa mutua de los socios de la OTAN —versión moderna del todos para uno y uno para todos, en caso de agresión externa— figura otro básico, el 2. Reza este que las partes ‘contribuirán al desarrollo de las relaciones pacíficas y amistosas’; que ‘tratarán de eliminar cualquier conflicto en sus políticas económicas internacionales’ y que ‘estimularán la colaboración económica’ horizontal.
Eso es exactamente lo que viola el nuevo presidente de EE UU, y de modo sistemático. Los anuncios de aranceles ilegales, intempestivos y caprichosos; la retirada del Acuerdo climático de París; el perjurio sobre la armonización impositiva de un 15% mínimo a las grandes multinacionales pactado en la OCDE; el bisbiseo del boicot financiero a la Organización Mundial de Comercio (que arbitra las disputas arancelarias), y a todo el sistema multilateral erigido por los EE UU liberales junto a sus socios europeos desde 1945… Todo eso suscita, en vez de eliminar, conflictos en las ‘políticas económicas’ de los amigos, y resquebraja sus vínculos en vez de estimular su ‘colaboración económica’.
Esa blitzkrieg, otra guerra relámpago sazonada de hechos consumados, anuncios brutales, amenazas a los amigos y ordinarieces, ya rige contra sus mejores vecinos, México y Canadá. Y se injerta de guerra política, de explícito intento anexionista a países soberanos: el apoderamiento de Canadá, y de la isla danesa de Groenlandia. Por las buenas o por la (insinuada) fuerza. Es la quiebra del artículo 5 que sustenta la defensa mutua, columna vertebral de la OTAN. Ni siquiera no defender al amigo atacado. Sino propugnar su invasión.
El nuevo mandatario canadiense, Mark Carney, la ha definido sin tapujos como una ‘traición’, un plante unilateral que ha ‘acabado’ con la vieja relación entre ambos países. Y culminó esta semana en la tabernaria visita del vicepresidente Vance a su base militar en Groenlandia; ofendió a los daneses por no haber ‘mantenido el ritmo en el gasto militar’, y a los europeos porque ‘no han hecho un buen trabajo’.” Xavier Vidal-Folch, “La destrucción de la OTAN”, El País, 30 de marzo de 2025; https://elpais.com/opinion/2025-03-30/la-destruccion-de-la-otan.html
[3] Pere Ortega, “Gasto militar y belicismo en Europa y España”, mientrastanto-e, 26 de febrero de 2025; https://mientrastanto.org/243/notas/gasto-militar-y-belicismo-en-europa-y-espana/