sobre podemos y la iniciativa «ahora en común»

Beatriz Gimeno y Carmen San José: «Podemos se encastilla y se autoconstruye como un partido en el que el dedo del líder marca el futuro de los fieles. El que se mueva no sale en la foto. Y para colmo se construye una lista que ignora que la provincia existe y que España es un país de países,  territorialmente complejo, complejidad que hay que manejar con la mayor democracia posible y no con cierre de filas y desde Madrid.

Y mientras…otros actores pidiendo confluencia y Pablo Iglesias no sólo negándola, sino negándola enfáticamente, incluso insultantemente, sobreactuando, para demostrar que cierra toda posibilidad. Nosotras, como Pablo Iglesias, tenemos muchas críticas que hacerle a IU, muchas. Lo mismo que él también pensamos que Podemos nació para ser ese espacio de confluencia y que si ya lo teníamos y estaba funcionando ¿para qué hacer otro? Pero para que esto pudiera haber sido así, tenía que verdaderamente haberse presentado como tal, abierto a la gente, abierto a las minorías, abierto a otros partidos, abierto a la democracia plena.

Ahora surge Ahora en Común. Antes de saber nada, quién está detrás o en qué consiste o qué propone, no hay más que ver las redes, no hay más que escuchar lo que dice la gente, los intelectuales, los militantes (incluso los cercanos a la cúpula) para darse cuenta de que este nuevo espacio ilusiona; y si este espacio ilusiona es porque Podemos ha desilusionado. Durante estos meses varios actores, especialmente Garzón, han llamado a la confluencia y la impresión que hemos dado es la de que les rechazábamos sin más. Poco importa que esto no sea exactamente así. Lo que se ha transmitido es un líder, Pablo Iglesias, que parece arrogante y soberbio, que se niega a confluir con nadie aun a costa de perder votos. ¿No se parece mucho esto a lo que pasó con Albert Rivera y Rosa Díez? Están surgiendo espacios que nos pueden tragar si nos empeñamos en continuar solos….»

Santi Alba Rico: «Es difícil ser de izquierdas; hay que estudiar mucho, leer mucho, debatir mucho. Pero más difícil es ser normal. Lo más difícil de todo, en cualquier caso, es ser de izquierdas y normal. Conozco sólo a tres personas y una está ya en el manicomio. Lo que hay en mí de izquierdista me inclina irresitiblemente hacia el maniobrerismo, el sectarismo, el justicierismo y el alineamiento de principio. Lo que hay en mí de normal (ese hombre normal que quiere votar a Podemos como a un bien pequeño y no a un mal menor) me inclina cada vez más a la misantropía. Entre tanto, ahí fuera, cuanto más llueve menos paraguas hay. Podemos lo ha hecho mal y Ahora en común lo ha hecho peor.  Pero ahora esa es la realidad real y la verdad verdadera con la que hay que contar para dar el próximo paso. Podríamos estar en otro sitio y en mejores condiciones y podemos limitarnos a echarnos la culpa unos a otros y endurecernos en nuestras posiciones. Me guardo mis rimpianti,mis reproches y mis rencores para cuando hayamos perdido o no podamos ganar. Ahora el realismo obliga -en vísperas de las elecciones más importantes de la historia de España y cuando aún es posible cambiar el país- a abordar la situación, de un lado y de otro, como si realmente las dos partes quisieran ganar. Y la gente normal, ahí fuera, existiera.

De aquí a septiembre, en definitiva, Podemos debe reaccionar, abrirse de verdad en todas direcciones, reapropiarse la ilusión de esa voluntad de cambio que ni Ahora en Común -ni ninguna otra fuerza- está en condiciones de capitalizar. Ahora en común es un error, pero también un síntoma. Señala el punto por el que Podemos puede romperse el espinazo. Si eso ocurre, no habrá ya alternativa posible y volveremos todos a frotarnos las patitas, como moscas ensimismadas, en un rinconcito del régimen del 2015, aún más sombrío, injusto y represor que el del 78. Podemos aún puede rectificar y generar ilusión; Ahora en Común aún puede aportar razón de otra manera. La gente normal, en resumen, aún podría ganar si no nos empeñamos en ser “de izquierdas” en un momento en el que sólo se nos reclama un poco de buen oído y un poco de buen juicio…»

Juanma Aragüés: «Podemos tiene una responsabilidad histórica. No es de recibo que ante la amplísima demanda de confluencia la respuesta sea: veniros a Podemos. Eso, desde luego, no es confluir, no es respetar la diversidad política y social que aboga por el cambio. No es, por otro lado, realista. ¿Acaso Ada Colau debe meterse en Podemos? ¿También Carmena? ¿Y Garzón? ¿Y Beiras? ¿Y Mónica Oltra? ¿Todos a Podemos? Tan consciente es Iglesias de que esto no es realista, que allí donde hay alguna organización potente que no sea IU, en Galicia, en Valencia, en Cataluña, ha abierto un proceso de diálogo para buscar candidaturas comunes. ¿Por qué no hacerlo en todo el país?

Resolvamos la coyuntura ante la que nos encontramos. Reconozcamos, desde fuera de Podemos, que, sin Podemos, nada es posible, pero, desde dentro de Podemos, que Podemos no lo es todo. Me consta que hay en Podemos mucha gente consciente de ello, a pesar de que Iglesias esté optando por dinamitar puentes. Volviendo al realismo con el que comenzaba el artículo, para mí, el análisis es muy claro: Podemos, en solitario, no puede, los demás, sin Podemos, no podemos.»

Sebastián Martín: «La cúpula de Podemos ya no quiere ganar. Desde los comicios andaluces, el mensaje ha sido inequívoco: Podemos, por sí solo, no puede aspirar a obtener la minoría mayoritaria necesaria para liderar el gobierno de este país. Si a cualquier ciudadano raso le resulta evidente esta conclusión, a las mentes despiertas que están al frente de la organización no cabe que le haya pasado inadvertida.

Las razones por las que su crecimiento es estructuralmente limitado son variadas. Una, fundamental, es que la hipótesis discursiva que mantienen resulta del todo insuficiente en una sociedad en la que la producción y distribución del discurso se hallan tan concentradas como la producción y distribución económicas. Por eso, en cuanto Podemos resultó verdaderamente amenazante, bastaron unos pocos titulares insidiosos para que se le cortaran todas las vías de crecimiento por el centro, por los sectores despolitizados y más aún por la derecha. Demasiado pronto se hizo patente que, con el estereotipo fabricado por los medios, no podría llegar a ser un partido transversal, atrapalotodo, capaz de aglutinar apoyos de las más variadas procedencias. Su espacio natural y acotado, como demuestra la trayectoria de sus representantes y la silueta de sus seguidores, es el de la izquierda sociológica de este país…»