En el mundo real –cuya ontología básica consta de sistemas complejos adaptativos múltiplemente interdependientes–, las curvas de crecimiento exponencial no duran mucho; se aplanan formando una curva sigmoidea, o se vuelven oscilantes, o se derrumban… Sin embargo, la fantasía dominante hoy en la cultura mayoritaria espera que la desbocada curva exponencial de nuestro “progreso” dé un salto a otra dimensión –lo llaman “Singularidad”— que nos convierta en ángeles o dioses. Nuestro destino teológico, según esta tecnolatría, es el transhumanismo.
Ah, las elites culturales y sus engaños sacerdotales… ¿Son hoy tan diferentes los profetas del transhumanismo –respecto a los clérigos cristianos que prometían la vida eterna?