«La lucha contra el fracking está vehiculando el descontento ante una doble crisis climática y democrática: puede por tanto servir para profundizar en un debate serio sobre el tipo de sociedad que queremos, con la participación de las personas, sin las hipotecas que imponen el corsé del mercado y los intereses económicos, poniendo la defensa de la vida en el centro, y reconstruyendo los puentes rotos con la naturaleza a la que pertenecemos. La lucha contra el fracking contribuirá a recuperar esa consciencia de ecodependencia que nunca debimos perder.»