Mateo Aguado nos advierte: un jugador de ruleta rusa con cinco balas de seis en el tambor de su pistola tendría más posibilidades de sobrevivir que el actual sistema capitalista.[1] Tal y como concluye un trabajo reciente publicado en la revista Frontiers in Conservation Science, especifica Mateo, “la gravedad de la situación actual es de tal calibre que requerirá de cambios fundamentales en el capitalismo global, la educación y la igualdad; cambios que incluyen, entre otra cosas, la abolición del crecimiento económico perpetuo, la fijación de precios adecuados a las externalidades, la rápida salida del uso de combustibles fósiles, la regulación estricta de los mercados y de la adquisición de propiedades, el control del lobby empresarial y el empoderamiento de las mujeres”.
Nuestro pequeño problema es que esa clase de medidas exigirían un cambio sistémico (fuera del capitalismo y de la cultura del supremacismo humano en el menor tiempo posible) del todo inviable con la correlación de fuerzas actual. No se ve por ninguna parte cómo surgiría, en tiempo y forma, un sujeto político revolucionario bien orientado. Y las clases dominantes (ecocidas, genocidas y nihilistas) mantienen el timón asido con firmeza.
Según la firme intuición de Joan Robinson hace decenios, quien tuviese poder suficiente para remediar los defectos más evidentes del capitalismo (para fijar precios adecuados a las externalidades, por ejemplo, o para regular de forma estricta los mercados y la adquisición de propiedades) lo tendría también para salir directamente del capitalismo hacia un sistema económico racional.
Nuestro problema no es que no sepamos lo que necesitaríamos hacer, sino cómo domina la clase dominante (por recordar aquel título del buen Goran Therborn).
[1] Mateo Aguado, “La imposible sostenibilidad del crecimiento sostenido”, ctxt, 3 de enero de 2022; https://ctxt.es/es/20220101/Firmas/38376/capitalismo-decrecimiento-sostenibilidad-crisis-ecologica.htm