un mirlo

Hay un hermoso y conmovedor poema que Brecht escribió poco antes de su muerte.

“Cuando en la blanca habitación del hospital de La Charité/ desperté hacia el amanecer/ y oí el mirlo, lo tuve/ aún más claro./ Ya hace mucho tiempo/ que no temía a la muerte, pues nada/ puede faltarme si yo/ mismo falto. Ahora/ también he logrado alegrarme con todos/ los mirlos que cantarán cuando yo no esté.”[1]

Cabe llamar la atención sobre dos momentos del poema. El primero es la liberación materialista del temor a la muerte, en la línea –ya antigua y clásica— de Epicuro: cuando la muerte esté, yo no estaré. Bien es verdad que esto no basta casi nunca para apaciguar el desasosiego existencial del anthropos.

El segundo momento del poema es crucial: el agonizante que escucha el canto del mirlo es capaz de alegrarse no sólo por ese canto, ahí y ahora, sino por las alegrías futuras de los cantos futuros (puede uno conjeturar que esa clase de empatía no se refiere sólo a la alegría de otros seres humanos que escucharán a otros mirlos, sino también a la plenitud vital de los otros mirlos futuros que cantarán: comunidad más allá de la especie humana).

Con este segundo momento aparece la tragedia de nuestra situación histórica actual. Pues, en efecto, la esperanza materialista se ha anclado durante siglos en la anticipación de una comunidad humana, verdaderamente humana. Pero hoy, al contrario que en el poema de Brecht, no podemos estar seguros de que los mirlos futuros cantarán.

Si la crisis ecológico-social sigue agravándose, quizá en el futuro no haya mirlos cantores, quizá no existirán siquiera los seres humanos que hubieran podido escucharlos. La invulnerabilidad de la naturaleza podía ser una fuente de consuelo para Brecht: ya no lo es.

Ésta es la fase trágica de la historia humana que vivimos –y por cierto desde hace decenios, desde no mucho tiempo después de la muerte de Bertolt Brecht– a comienzos del siglo XXI.



[1] Bertolt Brecht, Poemas del lugar y la circunstancia, Pret-Textos, Valencia 2003, p. 147 (traducción de José Muñoz Millanes).